miércoles, 16 de febrero de 2011

La soledad del directivo


Estimados amig@s

“El hombre solitario o es una bestia o es un dios”
Aristóteles


Sinopsis
Resulta esencial para un directivo, de cualquier nivel, distinguir una conveniente soledad, que preserva la intimidad, de un perverso aislamiento que nos impide tomar decisiones correctas. Tan equivocado me parece caer en el riesgo del autoritarismo como en el de la participación omnímoda.

“El águila vuela sola;
El cuervo en bandadas;
El necio tiene necesidad de compañía;
Y el sabio, de soledad.”

Prólogo
Más que en ninguna otra época, las empresas, las organizaciones y las instituciones están sufriendo innegables cambios y transformaciones que afectan de manera distinta a todas las áreas de trabajo. Estos hechos han obligado a modificar los papeles y las funciones de los directivos, pasando de un enfoque tradicional a uno más moderno y activo. En este sentido, las estructuras de poder, tal cual las conocemos en su sentido más habitual y cerrado, no valen.
A lo largo de su trayectoria laboral, un profesional puede llegar con muchos y muy variopintos perfiles de jefe. Hay quien da con superiores herméticos, a los que les cuesta dar cualquier tipo de información, aun cuando ésta es vital para el desempeño de las funciones, que se muestran inaccesibles y levantan barreras entre ellos y sus subordinados como medida de protección. En este tipo de directivos, la escucha activa suele ser gran asignatura pendiente. Es este tipo de directivos, la soledad es dañina, improductiva y contaminante.
… las organizaciones no son conjuntos de individuos aislados, sino ecosistemas, definidos por las relaciones de poder dentro de la organización. Sin embargo, esto no quiere decir que el máximo ejecutivo deba estar aislado, en la cúspide organizacional. De hecho, el liderazgo actual trata de crear una actitud abierta, receptiva, colaboradora, empática y tolerante.
Bajo este paradigma se gestiona la soledad buena, la necesaria para tomar las mejores decisiones de manera sosegada y equilibrada e indicar la senda por la que deben discurrir los pasos de la organización.
Los directivos no deben evitar esta soledad, ya que es crucial para la reflexión, el análisis y la definición de una visión de futuro. De la que den escapar a toda costa es de la soledad del endiosamiento, de la de la prepotencia, que los encierra en una burbuja de irrealidad de la que cada vez es más complicado salir.
Emilio Molinero

The one prudence in life is concentration; 
the one evil is dissipation.
“Gran prudencia de la vida es la concentración,
 y el mayor mal la disipación”
Refrán Inglés

Introducción
… los cimientos de nuestra cultura directiva se asientan sobre las pautas marcadas en la antigüedad greco-romana, manifestadas a través de su historia y mitos. Sin embargo, es preciso sacar brillo, actualizándolas, muchas de las reflexiones que hicieron nuestros antepasados… las soluciones nunca deben ser utópicas –u-topos: en ningún lugar-, sino tópicas: utiles para el hoy y el ahora.
Una de las cuestiones que más preocupa en la actualidad es la necesidad de crear equipo, de lograr que todos se involucren en los proyectos, con el objetivo de evitar la dicotomía entre quienes actúan de locomotora y quienes se dejan arrastrar con mayor o menor voluntariedad.
La soledad no puede ser evitada por mucho equipo del que uno disponga… acudir a expertos, contrastar puntos de vista, reflexionar en compañía de otros, etc. no sólo es conveniente, sino necesario e incluso imprescindible…
Para acertar, hemos de poner en juego nuestra libertad en su sentido más pleno. Escribió Séneca: “las pasiones y los caprichos de los deseos nos conducen a una vida sin sentido, nos colocan a la espera de que alguien o algo apague nuestra sed. Lejos de ser libres y poderosos, somos entonces esclavos y dependientes. Inteligente, es consecuencia, es el hombre libre; que se gobierna y solo él, por lo tanto, puede gobernar a los demás. Es decir, educarlos y hacerlos inteligentes en ese autogobierno que produce verdadera libertad”. Ésa es, en fin, parte relevante del trabajo de un directivo que aspira a ser algo más que un gestor de recursos físicos o incluso humanos de los que debe obtener una rentabilidad.

“Jamás se descubriría nada si nos considerásemos satisfechos
con las cosas descubiertas”

Javier Fernández Aguado y José Aguilar tratan y desarrollan, durante las cien páginas de este libro, las claves para entender y gestionar adecuadamente nuestra soledad, como timoneles de la organización.

La soledad directiva bien entendida, reflexiva, pero sin dejar de lado la comunicación, el escuchar los demás puntos de vista, el pedir una opinión, el dar respuesta; nos permite tomar decisiones sólidas, con responsabilidad personal y libremente asumidas. Por el contrario la mala soledad que procede de un aislamiento fruto del egoísmo, de la timidez, de la falta de comunicación, del engreimiento

La persona es un ser sociable por naturaleza, que debe aprender a contrastar su visión de la realidad con los demás.

Mutantur non in melius, sed in aliud
“Demasiadas cosas son cambiadas no porque se busque algo mejor,
sino por mero afán de novedades.”


LA SOLEDAD DEL DIRECTIVO
Javier Fernández Aguado
José Aguilar López
LID editorial

"El sabio no solo debe conocer lo que deriva de los principios,
 sino poseer además la verdad sobre los principios."

Recibid un cordial saludo

1 comentario:

José Luis dijo...

Los coaches conocemos mucho la soledad a la que se enfrentan nuestros clientes: tanto la buena como la mala.
La mala soledad puede ser, más que soledad, distanciamiento o incomunicación. Tanto respecto a sus superiores, como respecto a sus colaboradores o sus pares.
Y esto da lugar a situaciones muy delicadas.
Un saludo y gracias