Estimad@s amig@s
Sinopsis
Las montañas siguen allí
rompe el silencio de uno de los supervivientes
del accidente aéreo que tuvo lugar
en Los Andes el 22 de diciembre de 1972; accidente al que sobrevivieron 16 de los 45 pasajeros tras 70 días en
la montaña.
Cada superviviente tiene
su historia y, tras más de 35 años de silencio, Las montañas siguen allí recoge la de Pedro Algorta: cómo se enfocó en las situaciones vitales más básicas para no desfallecer, cómo se integró
en el grupo y las estrategias para sobrevivir.
A través de esta obra Pedro Algorta, además de relatar su vivencia durante esos 70 días,
recoge la lucha por rehacer su vida con la montaña a cuestas, en su mochila, y
sus reflexiones.
“Muchas veces he visto
gente caminando en estado de shock despues de otros accidentes, sin entender lo
que pasa. Así quede yo, totalmente conmocionado”
Prefacio
¿Por
qué sobreviví yo y no alguno de mis hermanos de la montaña que estaban mucho
mejor preparados o que podían haber hecho aportes mucho más importantes despues
de sus vidas? ¿Cuál es la fuerza que nos hacía vivir un día más y que nos llevó
hasta el final? ¿Cómo hicimos para conformar un verdadero equipo de trabajo cuando,
en el fondo, lo que quería cada uno de nosotros era poder sobrevivir? ¿Dónde está
hoy la montaña en mi vida? ¿Dónde está la cicatriz por las decisiones que
tomamos para vivir? ¿Dónde está el duelo no hecho por mis amigos que no
volvieron? ¿Cómo hicimos para soportar tanta tensión?
Algunas de estas preguntas
tienen un inicio de respuesta y otras no porque ni yo mismo las sé.
Mi experiencia en los Andes fue un momento especialmente límite
y difícil, de mucho trabajo, de dolor, oscuro, de vivir
bajito, de estar en contacto con las manifestaciones
vitales más básicas, de convivir
con la muerte y de sobrevivir casi sin darme cuenta, de
forma intuitiva. Mi vida después de lo ocurrido fue distinta, llena de
oportunidades y realizaciones…
“… teníamos que
empezar a hacer algo diferente. Debíamos sobrevivir y salir de allí por
nosotros mismos.”
Con el paso de los días entramos
en una rutina y nos fuimos acomodando a la montaña. Sin preguntarnos muchas cosas, el grupo funcionaba y empezó
a estructurarse alrededor del trabajo.
La actividad de atender a los heridos, de fabricar agua, de generar
abrigo, de reparar el fuselaje
del avión para que sirviese como refugio
por la noche fue aclarando roles y
presentando alternativas de organización…
“Al final ya no
quedaba otra cosa que no mismo. Y cuando cayó todo, cuando me quede solo,
cuando ya no me puede aferrar a nada extremo; me agarre a lo único que me
quedaba, a las ganas de vivir, a la necesidad de seguir vivo yo mismo.”
Lo nuestro fue increíble,
extraordinario, pero vivido y hecho por un grupo ordinario. Cualquier grupo de personas, con las condiciones de edad y salud que nosotros
teníamos, hubiera hecho lo mismo y, eventualmente, habría sobrevivido. Tú también lo podrías haber hecho si hubieras estado
en nuestro avión. Nuestra ordinariez, en definitiva, enaltece al ser humano. Todos somos capaces de sobrevivir a
nuestros Andes.
No podríamos haber sobrevivido de manera individual, lo nuestro fue una tarea grupal que surgió del deseo individual de supervivencia. Cada
uno se quería salvar, pero nos
necesitábamos y sabíamos que teníamos que trabajar juntos para tener posibilidades de sobrevivir. El instinto de supervivencia, esa sagrada pulsión, es individual pero de forma
instintiva sabemos que tenemos que trabajar
en grupo, de manera coordinada, para que cada uno tenga más
posibilidades de salvarse.
La estructura de liderazgo y
autoridad del grupo cuando éramos un equipo
de rugby no sirvió para enfrentar la montaña. Tuvimos que cambiar
y adaptarnos a lo que estábamos
viviendo. Debimos hacernos cargo de nuestra nueva situación y, desde nuestras debilidades y fortalezas relativas, varias personas ejecutaron los actos de liderazgo necesarios para enfrentar los
nuevos desafíos.
En la lucha por sobrevivir día
a día, encontramos sentido a lo que
nos pasaba. El trabajo activo, ir resolviendo los distintos desafíos como podíamos, con dificultades, peleas y tensión, nos
mantuvo enfocados y estructurados como grupo y no nos desorganizamos.
Cada uno tiene su montaña,
su propia historia. Entenderla nos permite unir los puntos y darle sentido a
nuestro camino. Ser honestos y auténticos con ella, con quiénes somos,
nos permite entregarla y proyectarnos hacia adelante.
“Son raras las veces
en que una persona expone tanto de su ser, con palabras tan sinceras y cargadas
de emociones. Mis recuerdos de haber compartido con Pedro en la montaña todos
los sentimientos que un ser humano puede tener –amor, pena, angustia, dolor,
ansiedad, miedo, felicidad y el nacer de nuevo– están muy logrados.”
Nando Parrado
Algunos de mis amigos escribieron
cartas a sus madres y a sus novias. Yo simplemente no podía hacerlo. Al principio
estaba muy conmocionado y no podía escribir. A medida que me fui recuperando,
pude sintonizar con los demás pero ya nadie más pudo escribir… perdimos la capacidad de construir
pensamientos complejos; escribir requería una capacidad de concentración que habíamos perdido y ya nos habíamos acostumbrado…
“La resiliencia no
es la capacidad de recuperación,
es la capacidad de
pasarlo mal,
de soportar lo
indescriptible y no romperse.”
Haber sido siempre humanos, mantener esa esencia,
nos permitió volver a la civilización y reinsertarnos
de manera satisfactoria. Por otra parte, no teníamos cuentas que cobrar a
diferencia de quienes vuelven de las guerras donde fueron maltratados y
humillados, de quienes vuelven de los campos de concentración o de cualquier
situación donde haya un ser humano como agresor. Nosotros solo teníamos enfrente a la naturaleza, hostil y agresiva, pero no a un ser
humano.
“Perdóname, Pedro te
habíamos dado por muerto.”
Mi padre me pregunto cómo nos habíamos alimentado,
que habíamos comido. Lo miré con una
sonrisa; creo que no dije mucho más. No sé si me entendió enseguida. Pero recuerdo
que se puso pálido y me abrazó. No preguntó más, nunca más hablo del tema.
En la práctica lo que nos
ha mantenido unidos ha sido la saga de
la historia… lo que paso ya ocurrió hace muchos años y no alcanza. Los grupos necesitan objetivos presentes para mantenerse
unidos, si no se dispersan…
“… La adaptación
requiere variedad para que se generen esas alternativas exitosas entre las
miles que fracasan.”
LAS
MONTAÑAS SIGUEN ALLÍ
La
tragedia de los Andes contada como nunca por uno de sus protagonistas
Pedro
Algorta
Lid
editorial
Link de interes
“Están los héroes y
los líderes. Los líderes son líderes en tanto en cuanto realizan actos de
liderazgo. En nuestro caso hubo enormes oportunidades de liderazgo y todos,
desde nuestras fortalezas y debilidades relativas, dimos un paso al vació para
tomar un riesgo y producir un cambio, para que el grupo tomara conciencia de lo
mal que estábamos y de todo lo que había que hacer.”
Recibid un cordial saludo
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