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Sinopsis
El 8 de agosto de 1519
partieron de Sevilla cinco naos con una tripulación de 235 hombres a las
órdenes del capitán Fernando de Magallanes. La expedición española pretendía
llegar a Asia en busca de especias dirigiéndose hacia el oeste por una ruta
totalmente desconocida. Tres años más tarde, el 6 de septiembre de 1522,
entraba en el puerto de Sanlúcar de Barrameda una de esas naos, la “Victoria”,
capitaneada por Juan Sebastián Elcano.
En ese barco solo regresaron
18 de los tripulantes que partieron tres años antes. Esos valientes habían
completado algo que nadie jamás había logrado antes, nada menos que dar la
vuelta al mundo.
Este magnífico cómic
ilustra y narra con rigor histórico, la mayor aventura marina de la historia,
contada por sus protagonistas e ilustrada con más de 500 coloridos dibujos y mapas
realizados en acuarela.
«Hay tres tipos de hombres:
Los vivos,
los muertos
y los hombres de mar»[i]
Prólogo
“Y más sabrá V.M., de aquello que más debemos estimar y tener es hemos descubierto y dado la vuelta a toda la redondez del mundo, que yendo desde el Occidente hayamos regresado por el Oriente”[ii]
«Navegando en estas
aguas,
si el hombre es consciente de su
insignificancia,
es llevado y protegido por su grandeza.
Es aquí en el inmenso desierto del Océano del
Sur
donde siento con más fuerza cómo el hombre
es ambos átomo y Dios»[iii]
En pocos días, más
concretamente el 6 de septiembre se cumplirán 500 años de la gesta de Magallanes
y Elcano de redondear la tierra. Qué mejor homenaje a la hazaña que leer
sobre ella, profundizar en la ruta, las personas, los barcos, las especias,
pero todo ello con rigor.
Juan Galatas a través de
este cómic
nos permite conocer como fueron esos tres años de expedición del 8 de agosto de
1519 al 6 de septiembre de 1522, no perdamos ocasión de profundizar en nuestra historia[iv] y rendir homenaje a los marinos ilustres, conocer la geografía de aquella época
y el por qué de los nombres que iban poniendo a los territorios que se fueron descubriendo.
«Luna con cerca
y agua en cubierta,
marinero alerta»
Las especias valían tanto
como el oro, y nosotros queríamos llegar hasta su origen por mar. Entonces los
árabes y los venecianos controlaban todo su comercio.
Con el consentimiento del papa Alejandro VI, en
el Tratado de Tordesillas los españoles y los portugueses dividieron en mundo
en dos separados por el meridiano a 370 leguas al oeste de Cabo Verde.
El oeste, es decir, casi
toda América, sería para los españoles, y el este, que incluía parte del actual
Brasil, África y la mayoría de Asia para los portugueses.
Fernando de Magalhaes
en oriente se había forjado como un gran soldado y navegante. Conocía como
pocos la nueva ruta
de las especias.
La casa de Contratación de
Indias de Sevilla, también llamada casa de Indias gestionaba todas las
expediciones españolas de ultramar.
Había sido fundada por los Reyes
Católicos a raíz del descubrimiento de América y, desde entonces, el obispo
Fonseca era su máximo responsable.
Cinco naos formaban la que
llamarón flota de la especiería (…)[v]
Las naos eran barcos de gran
tonelaje con puentes en proa y popa, pensados para largas travesías (…)
Todas eran naves usadas que
fueron reformadas y preparadas en Sevilla para la larga travesía.
No les fue fácil encontrar
tripulación. La incertidumbre y el riesgo del viaje no atrajo a suficientes
marineros y por toda la costa andaluza publicaron bandos animando a embarcase (…)
Todas las tardes antes de
anochecer, los capitanes Debían saludar al capitán general Magallanes de la
siguiente manera: “Dios vos salve, señor capitán general y maestro y buena
compañía”.
“El capitán general exigía
la más severa disciplina a la tripulación, a fin de asegurar el éxito del viaje”[vi]
Aquel expatriado portugués o
indeseado español, al que llamaban Fernando o Hernando de Magallanes o Magalhaes,
había realizado por fin su primera gran hazaña.
Su armada había navegado más
al sur que nadie y encontrado el paso hacía Asia. Había abierto una nueva ruta
para acceder a la codiciada tierra de las especias (…)
El escorbuto
causó estragos. La tripulación desconocía su causa e incluso pensaban que podía
ser contagioso (…)
El marinero griego Francisco
Albo anotó en su derrotero[vii] la
posición de la expedición desde la partida de Río de Janeiro hasta su regreso a
Sevilla.
A diferencia de las
descripciones a veces fantásticas de Pigafetta el texto de Albo
es sobrio y preciso, gracias a lo cual se ha conocido con cierta exactitud la
trayectoria de la expedición.
La situación era
desesperada. El barco tenía parte del casco podrido por la broma (…)
lo perforaba (…)
El día que llegaron a Sanlúcar
al ya emperador Carlos I[viii]
(…) Elcano habla en nombre de los marineros pidiendo que liberen a los trece
que tuvieron que dejar en Cabo Verde, y que se les compense a todos con parte
de la mercancía.
Los marineros de la
“Victoria” habían sido los primeros en dar la vuelta al mundo. Su viaje había
sido un auténtico calvario, en que la mayoría de los que se embarcaron había
dejado su vida en el camino.
La tripulación que había
partido hacía tres años había participado en la mayor aventura de navegación
jamás realizada. Si se conoce esa gesta es porque uno de los barcos pudo
regresar.
En el escudo de Elcano se
iba a incorporar la conocida frase: “Primus Circumdedisti Me”,
es decir, fuiste el primero que la vuelta me diste.
«No acometas obra
alguna con la furia de la pasión:
equivale a hacerse a la mar en plena borrasca»[ix]
Magallanes
y Elcano: Más allá del horizonte
Link de interés
«Penas y olas,
nunca vienen
solas»
ABRAZOTES
[i] Proverbio de la antigua Grecia
[ii] Carta de Juan Sebastian Elcano al
Emperador Carlos V, Septiembre de 1522
[iv] Aquel que no conoce su historia está
condenado a repetirla, Napoleón Bonaparte
[v] San Antonio
Trinidad
Concepción
Victoria
Santiago
[vi] Antonio
Pigafetta
[vii] Se conserva en Sevilla en el archivo
de Indias.
[viii] El manuscrito
se conserva en la casa de Indias en Sevilla, es escueto, directo y sincero,
digno de un hombre de pocas palabras
[ix] Thomas
Fuller
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