Estimad@s amig@s
Sinopsis
«Acompañar a alguien en la
fase final de su vida, al igual que cuidar a un bebé hasta que es capaz de
defenderse por sí mismo, es probablemente el acto de generosidad y amor más
sublime que pueda hacerse por otro ser humano. Son procesos sagrados. Con la
misma ternura con la que se recibe a un recién nacido, así se debe cuidar a
quien está muriendo. Dándole la mejor atención, creando una sensación de paz y
seguridad, y siendo capaz de hacerlo con la misma paciencia y el mismo amor
incondicional».
Estas palabras de la
autora, doula del final de la vida, nos adentran en un mundo
hasta ahora tabú que ha llegado el momento de superar. Para ello nos ofrece
información y herramientas que nos enseñan a trabajar la aceptación de nuestra
propia muerte y de la de quienes nos rodean. Un libro
imprescindible para cuidadores, familiares y gente con vocación de ayudar.
«Nunca se aprende
tanto en la vida
como
cuando se cuida a un bebé
o a
un moribundo»
Acompañar a morir a una persona no es fácil, y más en estos momentos de pandemia. Es un gesto de cariño y generosidad por nuestra parte. Podemos acompañar a un ser querido, a un amigo o a un desconocido, siendo voluntario de las unidades hospitalarias de paliativos.
¿Qué es importante? Querer
y saber ayudar, escuchar, empatizar, tener paciencia, son momentos muy difíciles
para esa persona, acojámosla con
humildad en estos momentos difíciles para ellos.
La formación es importante y
aunque no hay una extensa oferta sí podemos recurrir a instituciones como los Camilos, a través de su Centro de humanización de la salud, o
la Orden hospitalaria de San Juan de Dios
que tienen programas para ayudar a personas que tienen inquietud en formarse en
el arte de acompañar a personas al final de sus vidas.
«Nadie habla de la
muerte
para
no intensificar una emoción
que
pocos han aprendido a manejar»
La muerte une a ricos y a
pobres, a sanos y enfermos, a personas de distinta religión, raza, cultura,
edad, lengua y clase social, situados en cualquier espacio geográfico. Mueren
los santos y mueren los villanos. Todo lo que nace muere. Antes o después, todos
moriremos.
Hemos tardado siglos en
comprender que hablar de la muerte es necesario, porque es indisociable de la
vida (…) hoy ya disponemos de información, grupos y formas para trabajar la
aceptación de nuestra propia muerte y la de los que nos rodean (…)
Observar el proceso de morir
de alguien cercano no solo implica tener conciencia de que nos estamos
despidiendo de esa persona, sino empezar a asimilar que algún día seremos esa
persona (…)
La tanatofobia es el mayor
enemigo del hombre. Obsesionarse con la muerte solo resta, porque mientras
estamos vivos no podemos saber qué sucede después de morir (…)
¿Y cómo se puede vivir en
plenitud? Dándole un sentido a
nuestra existencia (…)
Aprender a morir bien no
puede disociarse de aprender a vivir bien, son las dos caras de la misma
moneda. Una buena vida conduce a una buena muerte (…)
(…) nuestra mortalidad tiene
dos características frente a las que nos rebelamos (…)
1. No
sabemos cuando vamos a morir ―puede pasar en cualquier momento.
2. Es
inevitable y universal ―todos morimos.
La enfermedad es siempre un
recordatorio de la fragilidad, y la perspectiva cambia por completo cuando se
está convaleciente. La debilidad vuelve a la persona más selectiva, ayudándola
a determinar quién y que importa (…)
(…) la doula del final de la
vida (…) debe ser como un faro en medio de la tormenta sabiendo que lo que está
sucediendo al otro nos ocurrirá también a nosotros.
(…) si murieras en este
instante, ¿Estarías orgulloso de la vida que has elegido?, ¿Por qué vives?
(…) para acompañar a pacientes
en un hospital se necesita tener conocimientos sobre cuidados paliativos,
inteligencia emocional y una formación clínica y espiritual con el fin de poder
ayudar mejor a quienes están transitando un momento de máxima vulnerabilidad
(…)
Uno puede acercarse al
concepto de doula del final de la vida por (…)
1. Para
ayudar a otros formando parte de un programa de voluntariado en las unidades de
cuidados paliativos de hospitales.
2. Para
dedicarse a ello de forma profesional.
3. Como
preparación espiritual, con el fin de ayudar a sus más allegados.
(…) cuando seamos nosotros los
moribundos, ¿Qué nos gustaría que nos preguntara quien nos acompaña?, ¿Qué
nos gustaría que hiciera? (…)
(…) el horario y la
constancia son muy importantes en el proceso de muerte, ya que, al estar en un
proceso de transición, de cambios vertiginosos y de declive, el moribundo necesita
más que nunca un orden y una estabilidad (…)
Decirle la verdad al enfermo
terminal es una cuestión de decencia, respeto y dignidad (…) «la verdad os hará
libres» (…) la verdad da libertad y apacigua (…) ayudando a que el moribundo
pueda afrontar su muerte con dignidad, resolviendo los asuntos pendientes, despidiéndose
de sus seres queridos y procesando que ha llegado el final de su vida.
«La vida cambia
rápido,
la
vida cambia en un instante.
Te
sientas a cenar
y la
vida que conoces se acaba»
Joan
Didion[i]
Una guía
práctica para doulas del final de la vida y cuidadores
Link de interés
• El duelo: Luces en la
oscuridad
• Modelo humanizar
de intervención en el duelo
• Aprender a morir
para poder vivir
• Tiempo de morir: Los últimos
días de la vida de los monjes
«El dolor es inevitable,
el sufrimiento es
opcional»
Buda
Recibid un cordial saludo
[i] El año del pensamiento mágico, Literatura Random House, Barcelona, 2005
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