viernes, 14 de enero de 2022

Cómo acompañar a morir: Una guía práctica para doulas del final de la vida y cuidadores

Estimad@s amig@s

Sinopsis

«Acompañar a alguien en la fase final de su vida, al igual que cuidar a un bebé hasta que es capaz de defenderse por sí mismo, es probablemente el acto de generosidad y amor más sublime que pueda hacerse por otro ser humano. Son procesos sagrados. Con la misma ternura con la que se recibe a un recién nacido, así se debe cuidar a quien está muriendo. Dándole la mejor atención, creando una sensación de paz y seguridad, y siendo capaz de hacerlo con la misma paciencia y el mismo amor incondicional».

Estas palabras de la autora, doula del final de la vida, nos adentran en un mundo hasta ahora tabú que ha llegado el momento de superar. Para ello nos ofrece información y herramientas que nos enseñan a trabajar la aceptación de nuestra propia muerte y de la de quienes nos rodean. Un libro imprescindible para cuidadores, familiares y gente con vocación de ayudar.

 

«Nunca se aprende tanto en la vida

como cuando se cuida a un bebé

o a un moribundo»

Ana Vidal Egea

 

Acompañar a morir a una persona no es fácil, y más en estos momentos de pandemia. Es un gesto de cariño y generosidad por nuestra parte. Podemos acompañar a un ser querido, a un amigo o a un desconocido, siendo voluntario de las unidades hospitalarias de paliativos.  

 

¿Qué es importante? Querer y saber ayudar, escuchar, empatizar, tener paciencia, son momentos muy difíciles para esa persona,  acojámosla con humildad en estos momentos difíciles para ellos.

 

La formación es importante y aunque no hay una extensa oferta sí podemos recurrir a instituciones como los Camilos, a través de su Centro de humanización de la salud, o la Orden hospitalaria de San Juan de Dios que tienen programas para ayudar a personas que tienen inquietud en formarse en el arte de acompañar a personas al final de sus vidas.

 

«Nadie habla de la muerte

para no intensificar una emoción

que pocos han aprendido a manejar»

 

La muerte une a ricos y a pobres, a sanos y enfermos, a personas de distinta religión, raza, cultura, edad, lengua y clase social, situados en cualquier espacio geográfico. Mueren los santos y mueren los villanos. Todo lo que nace muere. Antes o después, todos moriremos.

 

Hemos tardado siglos en comprender que hablar de la muerte es necesario, porque es indisociable de la vida (…) hoy ya disponemos de información, grupos y formas para trabajar la aceptación de nuestra propia muerte y la de los que nos rodean (…)

 

Observar el proceso de morir de alguien cercano no solo implica tener conciencia de que nos estamos despidiendo de esa persona, sino empezar a asimilar que algún día seremos esa persona (…)

 

La tanatofobia es el mayor enemigo del hombre. Obsesionarse con la muerte solo resta, porque mientras estamos vivos no podemos saber qué sucede después de morir (…)

 

¿Y cómo se puede vivir en plenitud? Dándole un sentido a nuestra existencia (…)

 

Aprender a morir bien no puede disociarse de aprender a vivir bien, son las dos caras de la misma moneda. Una buena vida conduce a una buena muerte (…)

 

(…) nuestra mortalidad tiene dos características frente a las que nos rebelamos (…)

1.   No sabemos cuando vamos a morir ―puede pasar en cualquier momento.

2.   Es inevitable y universal ―todos morimos.

 

La enfermedad es siempre un recordatorio de la fragilidad, y la perspectiva cambia por completo cuando se está convaleciente. La debilidad vuelve a la persona más selectiva, ayudándola a determinar quién y que importa (…)

 

(…) la doula del final de la vida (…) debe ser como un faro en medio de la tormenta sabiendo que lo que está sucediendo al otro nos ocurrirá también a nosotros.  

 

(…) si murieras en este instante, ¿Estarías orgulloso de la vida que has elegido?, ¿Por qué vives?

 

(…) para acompañar a pacientes en un hospital se necesita tener conocimientos sobre cuidados paliativos, inteligencia emocional y una formación clínica y espiritual con el fin de poder ayudar mejor a quienes están transitando un momento de máxima vulnerabilidad (…)

 

Uno puede acercarse al concepto de doula del final de la vida por (…)

1.   Para ayudar a otros formando parte de un programa de voluntariado en las unidades de cuidados paliativos de hospitales.

2.   Para dedicarse a ello de forma profesional.

3.   Como preparación espiritual, con el fin de ayudar a sus más allegados.

 

(…) cuando seamos nosotros los moribundos, ¿Qué nos gustaría que nos preguntara quien nos acompaña?, ¿Qué nos gustaría que hiciera? (…)

 

(…) el horario y la constancia son muy importantes en el proceso de muerte, ya que, al estar en un proceso de transición, de cambios vertiginosos y de declive, el moribundo necesita más que nunca un orden y una estabilidad (…)

 

Decirle la verdad al enfermo terminal es una cuestión de decencia, respeto y dignidad (…) «la verdad os hará libres» (…) la verdad da libertad y apacigua (…) ayudando a que el moribundo pueda afrontar su muerte con dignidad, resolviendo los asuntos pendientes, despidiéndose de sus seres queridos y procesando que ha llegado el final de su vida.

 

«La vida cambia rápido,

la vida cambia en un instante.

Te sientas a cenar

y la vida que conoces se acaba»

Joan Didion[i]

 

Cómo acompañar a morir

Una guía práctica para doulas del final de la vida y cuidadores

Ana Vidal Egea

Esfera de los libros

 

Link de interés

El duelo: Luces en la oscuridad

La soledad del cuidador

Duelo digital y Coronavirus

 Modelo humanizar de intervención en el duelo

 Aprender a morir para poder vivir

 Tiempo de morir: Los últimos días de la vida de los monjes

 Humanizar el cuidado

 

«El dolor es inevitable,

el sufrimiento es opcional»

Buda

 

Recibid un cordial saludo


[i] El año del pensamiento mágico, Literatura Random House, Barcelona, 2005

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