Estimad@s amig@s
Sinopsis
El 4 de septiembre de 1987
ardía hasta los cimientos el último vestigio de un imperio comercial, el
símbolo del poder de
una saga, los Arias, que hicieron de aquel edificio de la madrileña calle
Montera el centro neurálgico de uno de los mayores negocios de la España
franquista. Bajo esos escombros perdieron la vida diez bomberos, convirtiendo
el final de un increíble relato costumbrista de posguerra en una inolvidable
tragedia.
Aquel fue de hecho el final
de una historia asombrosa de pobreza y éxito, y también de dramas y conflictos
familiares, que Fede Arias, periodista, colaborador televisivo y bisnieto del
fundador de Almacenes
Arias, lleva ahora a este libro con
testimonios e imágenes inéditas. Una narración que parte de un sencillo puesto
callejero en el Rastro que Esteban Arias transformaría en una empresa con miles
de empleados.
Este es un relato de
esfuerzo, de trabajo, de sacrificio y de negocios, de saldos y grandes ofertas,
sí. Pero también de caprichos, de excentricidades, de riqueza y de lujos, de
ambiciones desatadas y de pasiones, de luchas y peleas familiares, y, por supuesto,
de tragedias.
Porque no existe una gran
familia sin su correspondiente maldición, y la que azota y persigue a esta ha
sido siempre el fuego.
«El abuelo empezó el
carro,
los hijos acabarán el carro y
es posible que los nietos acaben con el carro»[i]
La realidad en las empresas
familiares supera la ficción con creces. Fede Arias novela la historia de su
familia y del negocio familiar Almacenes Arias.
Lectura ágil, que engancha y
en la que a lo largo de sus páginas encuentras muchas similitudes con otros
casos de familias empresarias. A lo largo de la obra se cita en
reiteradas ocasiones a Pepín Fernández
como un modelo de referencia, pero a medida que vas avanzando en su lectura
descubres como hay otros ejemplos de empresarios familiares que sin citarlos te
vienen a la memoria. Por ejemplo cuando habla de los hijos varones que trabajaban
los cinco directa o indirectamente en el negocio familiar, no así las hijas…
¿Qué mato a la empresa? Es otra
de las preguntas clave que hace el autor
a su abuelo, a lo que responde éste que la falta de liderazgo. Por más
veces que se repite la historia no acabamos de poner remedio ¿Hasta cuando
vamos a seguir sin abordar la sucesión del liderazgo en las empresas familiares
―como una de las principales tareas del sucedido y de los sucesores?
¿Es solo falta de liderazgo
lo que mato a Almacenes Arias? El coronel John
“Hanníbal” Smith en el
equipo A solía decir en todos los capítulos me encanta que los planes
salgan bien, ¿Cuál era el plan que tenía el fundador para la
familia, la empresa y la empresa familiar? Son tres preguntas en una, pero
a la vez son parte del todo.
La familia tiene que pararse
y pensar ―reflexionar, ¿Qué legado queremos traspasar a la siguiente generación
de la empresa familiar? A partir de esa reflexión deberían empezar a
trabajar el plan de sucesión[ii],
que nos llevara a determinar los requisitos y competencias necesarias para cubrir
los puestos que quedaran vacantes en la empresa familiar. Ello conllevará
analizar el contexto de la organización, su estrategia, cultura y objetivos a
largo plazo. Además de una segunda derivada, si implicamos a los familiares de
la siguiente generación en el proceso posiblemente consigamos aumentar su nivel
de engagement con el triángulo que antes aludíamos (empresa, familia y empresa familiar).
«El crecimiento es
un mecanismo de
supervivencia»[iii]
Esa mañana de 1997, mi
abuelo estaba allí para cerrar y despedirse de la última tienda que había
quedado. Acababa de vender el local y había muy pocas cosas que llevarse. Era,
ironías del destino, la primera que abrió su padre y donde él empezó a trabajar
con diez años. Muy lejanos parecían ya los tiempos de esplendor, cuando la
familia llegó a tener veintiséis sucursales repartidas por toda España (…)
―Aquel maldito incendio… ¿Cómo
hubieran cambiado nuestras vidas si no se hubiese producido? (…) ¿Qué hubiera
pensado él del incendio si entonces hubiera seguido vivo?, ¿y cómo habría
actuado? Para nosotros fue la ruina pero él, ¿Hubiera sido capaz de
rehacerse como tantas otras veces, como ocurrió después del primer
incendio, y seguir adelante?
“La familia Arias dominaba
el Rastro” (…) lo que significa que (…) tenía varios puestos y los tenía,
además, situados estratégicamente en los menores sitios. Compraban y vendían de
todo, eran muy buenos haciendo dinero (…)
(…) infunde respeto en todos
cuanto le rodean. Su poca afición al trabajo la subsana a base de carisma e
incluso de temor que es capaz de infundir en los demás (…)
(…) ciertas dudas inevitables que ahí estaban a
pesar de esa inmensa seguridad en sí mismo que le caracterizaba. ¿Estaría a
la altura? ¿Saldría bien el negocio? ¿Terminarían los problemas con su padre?
¿Empezarían otros aún peores con sus hermanos?...
(…) el amor y la felicidad
se quedaron en la puerta (…) le esperaba en esa primera tienda tan deseada por
él fue una auténtica guerra por el poder. Es decir, por manejar y controlar la
caja. Porque ese es siempre el verdadero corazón de un comercio.
(…) ¿Para que esforzarse en
hacer las cosas de otra manera si así les funcionaba?―, de pereza o de
tradición familiar― porque todos habían salido “vaguetes” como su padre― (…) de
celos hacia ese hermano que destacaba tanto y que no podían soportar. Quizá
ellos no estaban dispuestos a esforzarse por ganar un poco más, pero desde
luego lo que no soportaban es que Esteban sí lo hiciera o aprovechara la menor oportunidad
para sacarse un extra.
(…) ¿Para qué molestarse
en cambiar? Se olvidaba el patriarca de que tenía cuatro hijos que
trabajaban con él, cada uno con su familia, lo que exigía ampliar el negocio,
ya que no paraba de aumentar el número de bocas a las que había que dar de
comer (…)
(…) miraba el dinero (…) y
lo utilizaba como otra forma más de demostrar su poder, ya fuera para premiar o
para castigar a las personas con las que se relacionaba.
(…) ¿Cómo alguien se
atrevía a modificar sus caóticas costumbres y trataba de imponerles las suyas?
¡Hasta ahí podíamos llegar! (…)
(…) Oviedo, donde volvió a
surgir uno de los grandes problemas de la expansión por el país de Almacenes
Arias. Don Esteban podía tener diez hijos y todos, especialmente los chicos, trabajaban
de una manera u otra forma con él. Pero no había ni uno solo que no prefiriera
hacerlo en Madrid y, a ser posible, en Montera. Ni siquiera les apetecía
demasiado desplazarse un par de kilómetros hasta (…) Bravo Murillo (…) ¿Para
qué irse tan lejos?, pensaban. Nada que cambiar de lugar de residencia y ni
siquiera de centro de trabajo, a no ser unos pocos meses para ponerlo todo en
marcha y luego salir huyendo de vuelta al hogar familiar.
(…) vivían volcados en los
negocios familiares, especialmente los mayores. Trabajaban de sol a sol,
obedecían y aguantaban a su padre, se tragaban mil sapos y los que hiciera
falta. Cerraban la boca y no se les permitía ni una queja ni media, ni mucho menos
una sugerencia que pudiera mejorar el negocio pero que, por eso mismo,
implicara cometer el peor pecado posible dentro de la férrea disciplina de
Almacenes Arias: cuestionar o llevar la contraria a su dueño y fundador. A
cambio (…) de un salario que dejaba mucho que desear (…) ¿Qué mejor forma de
asegurarse la lealtad ―o mejor, la sumisión― de sus hijos
que tenerlos cogidos por el bolsillo, sin la menor capacidad de ahorrar
y comprándoles una casa a cada uno de ellos, sí, pero que nunca
se ponía a su nombre (…)?
Con las hijas (…) no sentía
esa misma necesidad de demostrar su poder. No terminaba de verlas (…) como una
amenaza o potenciales rivales. ¿Temía tal vez, el patriarca de la familia que
se volviera a repetir la historia que él mismo había protagonizado con su padre
y sus hermanos¿ ¿Quizá alguno de sus hijos estaba destinado a superarle y
reemplazarle?
(…) ya que estaban tan cerca
de los principales fabricantes, ¿por qué no abastecerse desde allí
directamente? (…) ¿Por qué no crear una gran central de compras que
distribuyera a todas las tiendas de España?
(…) lógico (…) había un gran
problema: don Esteban Arias Cobos jamás iba a permitir que eso ocurriera. El
que mandaba era él y todo tenía que seguir pasando por sus manos. No admitía la
menor innovación (…)
(…) cuanto más y más dinero
ganaba, más le preocupaba la posibilidad de perder ambas cosas. Hasta el punto
que se convirtió en una obsesión para él.
(…) cuesta mucho
comprender cómo el negocio pudo funcionar tan bien y darnos tanto dinero con lo
mal gestionado que estaba. Almacenes Arias tenia que haber sido uno de los
grandes, pero nos faltó organización (…) en lugar de preparar la sucesión y
el futuro del negocio, lo que hizo fue echarnos a todos sus hijos.
Una tarde mi padre nos citó en
el despacho a los cinco hijos que trabajábamos con él (…) nos dijo que quería
que nos marchásemos, tan facil como eso, y nos preguntó qué queríamos por irnos.
Nos dio una patada en el culo y nosotros reaccionamos como quijotes. Tal vez
nos equivocamos. Le fuimos que no queríamos nada y nos fuimos durante cuatro
años (…) eran solo celos comerciales (…)
(…) qué fue lo que de verdad
acabo con Almacenes Arias,
― La falta de liderazgo.
«Con la humildad se
llega mucho más lejos
que con la arrogancia»[iv]
Una saga familiar marcada por el fuego y
la ambición
Link de interés
• Pepín
Fernández 1891-1982 GALERIAS PRECIADOS El pionero de los grandes almacenes
• ZARA:
Visión y estrategia de Amancio Ortega
• Los
Tous
«Cuando veía que no
podía someter a mi voluntad
a mi esposa ni a mis
hijos me sentía frustrado
y acorralado por completo»[v]
ABRAZOTES
[i] Dicho español
[ii] Un plan de sucesión es, literalmente un proceso estratégico para identificar, desarrollar y preparar a los posibles sucesores de puestos clave en la organización, como son el CEO u otros cargos de la alta dirección y del Consejo de Administración y, en la práctica, uno de los mayores retos de una empresa. “El objetivo es asegurar una transición sin problemas en el liderazgo de una compañía” (…)
Cómo elegir a su sucesor sin poner en peligro la compañía, Álvaro Pérez-Alberca
[iii] Amancio Ortega
[iv] Isidoro Álvarez
[v] Thomas J. Watson
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