Estimad@s amig@s
Sinopsis
El campo se vengará, al modo
bíblico, con escasez y brutal encarecimiento de los alimentos, de la sociedad
que lleva décadas despreciándolo.
La
venganza del campo ya está aquí. Los precios de los alimentos
suben con fuerza y las olvidadas crisis alimentarias amenazan con reaparecer. ¿Por
qué? ¿Por qué ayer sobraban alimentos y hoy parecen faltar? El desprecio al
campo y los desajustes de la desglobalización son las razones principales. Sin
embargo, los responsables públicos culpan, injusta y demagógicamente, a
distribuidores y agricultores, tratando de justificar sus propios yerros y
desvaríos.
¿Cómo se ha podido llegar a
esta triste, injusta y suicida situación? ¿Cómo
ha sido posible que la sociedad desprecie a los que les dan de comer? ¿Por qué
los agricultores, los ganaderos y los pescadores hemos pasado de héroes
a villanos? ¿Por qué la sociedad actual no solo no nos valora, sino que,
al contrario, nos considera enemigos del medio ambiente, parásitos de la
PAC, «señoritos» de otros tiempos, maltratadores de
animales? ¿Por qué, si los precios suben, se siguen abandonando
nuestros campos?
Este breve ensayo
trata de comprender los porqués y los cómos de esta situación paradójica y
contradictoria. Castigamos a las gentes del campo mientras les exigimos
alimentos abundantes, sanos y a precio de saldo. Queremos comida buena, bonita
y barata, pero sin agricultura ni agricultores; carne sin ganadería ni
ganaderos; pescado sin pesca ni pescadores. Protestamos por el encarecimiento
de los alimentos al tiempo que prohibimos los trasvases, perseguimos a las
granjas o cuestionamos los regadíos y los abonados, entre otras muchas
limitaciones o interdicciones. Y, claro, eso no funciona.
A lo largo de estos años,
los agricultores agonizan sin que a la sociedad que alimentan parezca
importarle lo más mínimo. Los agricultores, ganaderos y pescadores no son parte
de problema, son parte de la solución. Desean trabajar en paz, con dignidad, de
manera sostenible y rentable, para cumplir con su misión trascendente de
proveernos de alimento. No trabajan solo por el pan de sus hijos; lo hacen,
sobre todo, por el pan de los hijos de todos los demás.
«La agricultura es la
profesión propia del sabio,
la más adecuada al
sencillo
y la ocupación más digna para todo hombre
libre»[i]
Introducción
(…) las técnicas agronómicas
han avanzado tremendamente y el sector primario, un sector de vanguardia, ha
estado presto a incorporar las nuevas tecnologías para la mejora de sus
producciones. Mejoras genéricas nuevas técnicas de cultivo, optimización de
regadíos e incorporación de la digitalización a su cadena de valor (…) han
incrementado sensiblemente los rendimientos (…) los agricultores, ganaderos y
pescadores pueden dar de comer, con generosidad, abundancia y calidad, a una
población mundial que se ha multiplicado por cuatro en el último siglo. Una
proeza digna de ser valorada (…)
(…) no ha sido así. La
sociedad, lejos de agradecerles su sacrificado esfuerzo, les apunta con su dedo
acusador. “¡Culpables!” (…) son despreciados, minusvalorados, cuando no
abiertamente insultados, como retrógrados, parásitos, remoras, enemigos del
medio ambiente y maltratadores animales (…) ¿Quién quiere trabajar en el
campo después de décadas de precios ruinosos y de cruel desdén colectivo?
(…)
(…) siguen sin comprender que
los profesionales del sector primario son parte de la solución, que no del
problema (…)
(…) ¿Quién es el
responsable de que la comida ―buena, bonita y barata― a
la que estábamos acostumbrados se encarezca inesperadamente? (…)
Los alimentos, más allá de
cuestiones climáticas, suben por los desajustes de la desglobalización y por
las restricciones y dificultades de todo tipo que el sector agrario,
despreciado, ha experimentado durante estos últimos años. La desglobalización ha
añadido incertidumbre e inseguridad a la cadena de suministros, lo que cebará la
subida de precios agrarios. Tampoco la distribución es la responsable de la
subida. Al contrario, su poder de compra, muy superior al de los productores,
deflactó y deflacta los precios agrarios, presionando a la baja lo que percibe
el agricultor , hasta, en ocasiones, el mismo punto de ruina (…)
(…) hace falta inteligencia,
voluntad, tecnología y, también, discurso para que la sociedad los deje
trabajar con rentabilidad (…)
(…) la sociedad no toma sus
decisiones por cuestiones técnicas, sino que principalmente lo hace por las
ideológicas y morales (…) si existe una estrategia energética, ¿por qué no
habría de existir una alimentaria, más necesaria y perentoria aún?
La agricultura ha superado
enormes retos técnicos y agronómicos, pero le ha faltado la construcción de
discurso y de comunicación (…)
«El hombre retrocede,
el lobo avanza»[ii]
¿El agricultor es un héroe o
un villano? Ni lo uno ni lo otro, somos
profesionales con un alto grado de vocación, comprometidos con una gran responsabilidad
dar de comer a la población, preservar el medio ambiente, cuidar el entorno… pero
por otro lado creo que muchas veces no hemos manejado bien la comunicación, no
se proyectó una imagen real de nuestro trabajo y de aquellos barros estos
lodos.
Ahora que los precios de la
cesta de la compra están disparados lo fácil es decir que el agricultor se está
lucrando. ¿Nos hemos parado a preguntarnos cómo está afectando la guerra de
Ucrania al precio de los fertilizantes, el gasoil B, o los cereales
por ejemplo?
Manuel
Pimentel recopila en La venganza del campo artículos escritos estos últimos años donde pone el foco
en la protección /desprotección del sector agroalimentario. Las criticas al agricultor,
la criminalización de las granjas o la persecución a la que parte de la clase política
somete al sector.
Conozcamos al sector, si lo hacemos puede que lo critiquemos menos. Por nuestra parte como profesionales del
mismo trabajemos en explicar mejor qué hacemos, cómo lo
hacemos, cuánto valor aportamos /compartimos.
«La Agricultura se ve
fácil cuando el arado es un lápiz
y se está a mil
millas del campo de maíz»[iii]
La venganza del campo (I)[iv]
Lo llaman cadena de valor.
El precio final que paga el consumidor debe retribuir a la cadena de
supermercados, al fabricante, al transportista, al almacenista y finalmente, al
agricultor. ¿Adivina quién es el que menos percibe de la cadena? (…)
(…) algunos países, como
China, están comprando
masivamente tierras en terceros países (…) ¿Qué hacemos
nosotros? (…)
La venganza del campo (II)[v]
La sociedad ―al menos la
desarrollada― está convencida de que tiene la alimentación garantizada de por
vida (…) minusvalora la importancia de la agricultura y los agricultores (…)
(…) ningún estratega contempla
la hipótesis de la carencia de alimentos. Pues se equivocan. Deberían
considerarla como una posibilidad cierta y no tan distante en el tiempo.
(…) con menos tierra, menos
agua y una energía más cara, tendrán que ingeniárselas para que no falten
alimentos a una población creciente (…)
Sine agricultura, nihil.
Sin agricultura, nada[vi]
(…) el campo se abandona,
las ciudades grandes crecen, en detrimento de ciudades pequeñas y pueblos. El
interior de España se despuebla, los campos se abandonan (…)
(…) el urbanita cree que el
campo es un lugar idílico en el que pasar el fin de semana (…) a los
agricultores los llama campesinos y los toma como una rareza etnográfica
(…) los urbanistas aman los paisajes vírgenes y se muestran sensibles contra la
huella de su actividad agraria con sus roturaciones, sus abonos, sus
fitosanitarios, su maquinaria y su agroindustria.
(…) en 2050 habitaran el
planeta 9700 millones de habitantes. Para poder abastecer su demanda, la
producción agrícola tendrá que incrementarse al menos un 50% (…) ¿Se puede
conseguir el milagro? (…)
¿Cuándo comenzamos a
odiarnos como humanidad?[vii]
(…) si limitamos nuestras
actividades agrícolas, ¿Cómo comeremos? Pues nadie parece interesado en
responder a esa pregunta esencial (…)
(...) cada día que pasa,
como humanidad, nos odiamos un poco más, al tiempo que odiamos crecientemente a
los que trabajan la tierra para darnos de comer porque no se adecuan a nuestro
imaginario de un mundo rural destinado al parecer, exclusivamente, al paseo y
la sonrisa.
Los agricultores despreciados
por los urbanitas[viii]
Los alimentos, para los
urbanitas, son algo que aparece casi por generación espontanea en los anaqueles
de los supermercados. Son abundantes, variados, saludables y, en términos
relativos, muy baratos (…)
Cometemos un gran error como
sociedad si olvidamos el papel estratégico de la agricultura como productora de
alimentos. Hoy parece que nos sobran, pero algún día podrían resultar escasos
(…)
(…) si los agricultores no
logran ser vistos como agentes imprescindibles y estratégicos para la
producción de alimentos, su papel seguirá siendo de extrema debilidad (…)
El rugido del campo[ix]
El campo se nos muere. Día a
día se desangra. Explotaciones invisibles con las actuales estructuras de
costes e ingresos que drenan la vida y la economía de agricultores y ganaderos.
Los precios agrarios, a niveles de veinte años atrás, no dan para cubrir
siquiera lo que cuesta su producción ¿Cómo viven entonces, las familias que
aún están empeñadas en explotar la tierra que hasta ahora los sustento? (…)
Ya no queremos crecer, pero
no conocemos alternativa[x]
¿Crecer? Ya
no estamos seguro de que el crecimiento de por sí nos proporcione un futuro
viable. La tierra debe tener un límite sostenible e intuimos que sobrepasarlo
tendrá graves consecuencias (…)
Foodtech o
la revolución alimentaria[xi]
El concepto foodtech se
sustenta en tres patas. La más importante, sin duda, la tecnología, la real
palanca de transformación. La segunda, la de la inversión necesaria para poner
en marcha costosísimos proyectos de investigación. La tercera, los valores y
tendencias sociales a los que sirve. La mezcla de todo ello ―necesidad
alimentaria, dinámicas sociales y económicas, posibilidades tecnológicas― ha
hecho surgir con fuerza el foodtech, el conjunto de las innovaciones, a
veces disruptivas, que se aplican a toda la cadena agroalimentaria, desde el
campo al consumidor, pasando por la distribución, manipulación y restauración,
terminando por el reciclaje de los desperdicios (…)
La venganza del campo (III)[xii]
(…) el trigo ucraniano se
pierde sin poder salir de puerto, la India prohíbe la exportación de trigo;
Camboya y Vietnam, la de arroz; entre otros muchos dislates. ¿Qué ocurre?
¿Si hasta ayer sobraban alimentos, por qué parecen faltar ahora? (…)
la escasez alimentaria, ¿se debe a problemas agronómicos? ¿Es que la
agricultura y la ganadería son incapaces de abastecer la demanda mundial? (…)
¿Cuál es entonces el problema? El problema no radica en la insuficiente producción
agraria, sino en los desajustes que se producen en su distribución global (…)
¿Quién quiere trabajar en el
campo?[xiii]
(…) a la pregunta clásica de
“¿estudias o trabajas?”, un primero responde “tengo una startup de data
analytics” y un segundo “tengo una granja de cerdos”, ¿Quién tiene más
posibilidades de triunfar? (…) ¿Cómo atraer entonces talento joven a un
sector que hemos desprestigiado entre todos? ¿Cómo conseguir relevo
generacional en explotaciones que, a día de hoy, exigen un
gran sacrificio sin verse recompensadas por la adecuada rentabilidad ni
prestigio social?
¿Tenemos derecho a comer
animales?[xiv]
(…) en estos últimos años ha
ido apareciendo un activismo que ataca, directamente, a granjas, mataderos o
restaurantes especializados en productos cárnicos. Podríamos pensar que se
trata de la opción de una minoría radical (…) pensamos que no se trata de algo esporádico
ni pasajero, sino que, en verdad, es la avanzadilla de una corriente de
pensamiento, que aúna vegetarianismo y animalismo y que tratará de reducir,
cuando no directamente de prohibir, el consumo de carne, lo que supondría
mermar y encarecer nuestra calidad alimentaria, además de la desaparición de un
sector que genera riqueza y empleo (…)
La carne y los ganaderos[xv]
(…) comamos proteínas
animales, pero sin matar animales. Comamos carne, pero sin ganaderos, ni
granjas, ni mataderos. ¿Cómo? (…) con granjas de insectos (…) con falsa
carne de proteína vegetal (...) con carne cultivada en laboratorio (…)
(…) ¿Tiene sentido (…)
arremeter contra una granja de cerdos pero, por el contrario,
bendecir y alabar una de insectos? ¿No consumen o impactan por igual? ¿No
resulta paradójico protestar contra las granjas y, sin embargo, dar
la bienvenida a enormes y contaminantes industrias, todo química,
depósitos y biorreactores, que fabrican carne sintética? (…)
«Los imperios,
una vez alcanzado su
esplendor,
siembran la semilla de su decadencia»[xvi]
¿Por qué
el sector primario es pisoteado y perseguido por la misma sociedad a la que da
de comer?
Link de interés
• Foodtech: La gran
revolución de la industria agroalimentaria
• El fin del mundo es solo el comienzo
«Sin agricultura,
ningún futuro es posible»[xvii]
ABRAZOTES
[i] Marco Tulio Cicerón
[ii]
[iii] Dwight D. Eisenhower
[iv] Cinco Días, 19 de agosto de 2009
[v] Cinco Días, 20 de noviembre de 2009
[vi] La información, 23 de octubre de 2018
[vii] La información, 3 de septiembre de
2019
[viii] Cabeceras de Publicaciones, 16 de
octubre de 2019
[ix] Cabeceras de Publicaciones, 19 de
febrero de 2020
[x] EsPúblico, 12 de noviembre de 2021
[xi] The Objective, 11 de mayo de
2022
[xii] The Objective, 7 de junio de
2022
[xiii] The Objective, 23 de marzo de
2023
[xiv] The Objective, 18 de mayo de
2023
[xv] The Objective, 31 de agosto de
2023
[xvi] introducción a la historia, Ibn
Jaldún
[xvii] Manuel Pimentel
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