Estimad@s amig@s
Sinopsis
En la paupérrima España de
la postguerra, José Lladró, junto a sus dos hermanos, levanto de la nada una
empresa singular cuyos productos hace tiempo que están presentes en casi todo
el mundo. Elevaron a la categoría de popular un artículo emblemático de lujo
señorial. La porcelana, que hasta entonces había presidido los salones de la
nobleza y la alta burguesía europeas, se traslado a los hogares más humildes
sin necesidad de perder la pulcritud y la fragilidad que la habían distinguido desde
que se instalará en Europa a principios del siglo XVII.
Mal que le pese a cierta élite
intelectual, que con frecuencia las rechaza con notable irritación, las figuras
que llevan el nombre de Lladró constituyen uno de los embajadores más eficaces
de su país de origen y se pasean con desparpajo por los aeropuertos y los
centros comerciales de todo el planeta. Este éxito, raro en aquellas circunstancias
y por lo demás inusualmente rápido, suscitó explicaciones de todo tipo, a cual
más rebuscada, como aquel rumor según el cual la propia Carmen Polo de Franco
era una de las propietarias de la empresa.
Es una autobiografía que
huye a propósito de la crónica en clave empresarial, José Lladró se encarga de
desmentir esta y otras interpretaciones basadas en la excepcionalidad. Con una
prosa cercana, sincera y coloquial nos proporciona una visión casi domestica
del triunfo personal y económico, y se esfuerza por persuadir al lector de que
él es rico no por lo que tiene sino por lo que, gracias al esfuerzo, a una
cierta sagacidad natural y a su propensión a amar el prójimo, ha llegado a ser.
«El hombre a quien el
dolor no educo,
siempre será un niño»[i]
Una apasionante biografía[ii]
Si la figura de la madre de
los Lladró adquiere una importancia relevante en la historia de sus hijos, también
es reseñable, según nos cuentan estás páginas, el papel que ha desempeñado para
mantener la cohesión de la empresa y de la familia la mujer de José Lladró (…) la
personalidad de su mujer se nos aparece como auténticamente fundamental para el
éxito personal, familiar y empresarial de todos los Lladró.
«La ira ofusca la
mente,
pero hace
transparente el corazón»[iii]
Nunca mucho costó poco[iv]
Las personas muy activas
suelen tener la sensación de que trabajan poco. A los que no disfrutan con el
trabajo, en cambio, toda tarea les viene grande; se ahogan en un vaso de agua. Hay
quien nace para agila y quien nace para gorrión …
«Aprender
a ser hombre entre los hombres ha sido,
con mucha diferencia,
lo más difícil»[v]
Prefacio
(…) la clave de nuestro éxito
radica en nuestra capacidad de mantenernos unidos a través de los años, en
nuestra capacidad para trabajar juntos y complementarnos.
«El árbol florido se
alimenta
de lo que está
escondido»[vi]
Con Pasajero
de la vida concluyo la trilogía de la familia Lladró. Aunque no los he leído
en el orden que se escribieron y aun me queda mucho que seguir leyendo sobre ésta
familia empresaria, creo que seré capaz de extractar varios aprendizajes.
El primero es uno que últimamente
va abriendo camino en las sesiones formativas sobre empresa familiar, el peso
de la mujer.
― ¿Cuánto le debemos a
nuestras madres, hermanas, y mujeres de nuestro éxito personal, familiar y
empresarial? Necesitaría varias vidas para darle las gracias a mi abuela, madre
y esposa por lo que me han ayudado a ser. Si su apoyo desinteresado hubiese
sido francamente difícil y por que no decirlo más bien imposible.
Lladró habla en varios
pasajes del libro en la encomienda que le hace su madre su mujer que mis
hijos permanezcan unidos. Titánica tarea ―relativamente fácil―, mientras
somos pocos, que va aumentando su dificultad a medida que la familia empresaria
se va extendiendo.
Reflexionemos de manera
individual o en un foro de familia:
― ¿Cuánto le debe cada una de las generaciones a su madre?
• ¿Cómo se lo podemos agradecer?
― ¿Qué podemos hacer por engrandecer la figura de las madres como cohesionadora de las empresas familiares?
• ¿Qué nos frena para no hacerlo?
«Cuanto más conozco al
hombre,
más me gusta mi perro[vii]
(…) saber servir a los demás
es una cualidad que, paradójicamente, con el tiempo te puede llevar a
liderarlos.
(…) mi madre tenía una gran
obsesión: que no se separaran los tres hijos en el trabajo (…)
Mi madre es una figura
decisiva en nuestra historia eso se ha repetido varias veces y es verdad. Nos aglutinó
de muchas maneras y, como ya he dicho, consiguió mantenernos juntos incluso después
de su muerte.
Hasta entonces, los tres
hermanos lo habíamos compartido todo. pero a partir de un cierto momento,
nuestras trayectorias comenzaron a ser distintas. Al menos, en parte. Cuando
cada uno empieza a crear su propia familia, empiezan a entrar otras personas en
juego, otros intereses. Cuando las familias crecen, como es lógico, hay ya más
mentes pensando, cada cual a su manera. Las teclas del piano son cada vez más y
cada una tiene un sonido que, aunque es parecido a la que se halla a su lado,
es diferente. Entre mis hermanos y yo, entre nuestras respectivas familias, comenzaron
a aparecer divergencias.
(…) jamás nos henos separado.
Siempre ha habido alguien que ha sabido dar un paso atrás en el momento en que,
de haber continuado en sus trece, se hubiera podido producir la ruptura.
(…) todos lo que ganábamos los
reinvertíamos y tendíamos a realizar los mínimos gastos necesarios, incluyendo nuestros
sueldos. Uno de los primeros problemas que recuerdo haber tenido con mi hermano
fue precisamente por eso.
(…) nuestro éxito no pasaba
desapercibido. Estábamos creando un producto nuevo y abriendo un mercado que
hasta entonces permanecía inexplorado. Y de repente la codicia y la ambición desleal
de algunos de nuestros colaboradores se volvieron contra nosotros.
(…) nos dimos cuenta de la necesidad
de liderar el mercado y de construir herramientas para protegernos de la
competencia.
(…) yo resultaba entonces un
poco avasallador, que no sabia compartir mis ideas. Tenia mucha prisa, y a los
ojos de algunos acaparaba demasiado protagonismo. Pero lo hacía de buena fe; me
sentía clarividente y con una enorme fuerza para llevar a cabo todos los proyectos
que se me agolpaban en la mente.
Lo que creo que ocurría por
parte de mi hermano mayor era que (…) estaban saliendo a flote unas reticencias
que se habían estado gestando a lo largo de todo ese tiempo en el que yo había pasado
a llevar la iniciativa (…) estaba recibiendo consejos equivocados por parte de
algunas personas de su entorno (…)
(…) no pienso que los
hermanos Lladró seamos ni iguales ni complementarios. En todo caso estamos
compensados, que no es lo mismo.
Estar compensados, encontrar
el equilibrio, depende muchas veces de la buena voluntad de una de las partes (…)
(…) los sucesivos intentos de
poner en manos de profesionales que venían de fuera la gestión de la empresa
acababan en un revés.
(…) una de las razones:
aunque se supone que venían para todo lo contrario, de una u otra manera
acababan haciendo más inestable la relación entre los tres hermanos Lladró (…) inevitablemente
se veían obligados a tomar partido.
(…) la mejor manera de
formar un equipo dirigente fuerte es partiendo de la propia cantera de la
empresa (…)
El mero hecho de llevar el
apellido Lladró no capacita necesariamente a nadie para ser un buen empresario (…)
(…) nuestro mayor acierto ha
sido (…) que el oficio, la filosofía y los conocimientos se han ido transmitiendo
de unos a otros con total naturalidad.
«Un empresario al que
no lo siguen sus trabajadores,
en quien no confían,
es un empresario sin futuro»[viii]
Recuerdos
y opiniones de un emprendedor
Link de interés
• Lladró
• Luces
y sombras de la Empresa Familiar
• DGI-239 Grupo
Lladró: Los conflictos en la Empresa Familiar
«A todos nos gusta el
oro,
pero no nos gusta el peso del oro»[ix]
ABRAZOTES
[i] Tommaseo
[ii] Esperanza Aguirre
[iii] Tommaseo
[iv] Carmen Castelló
[v] José Lladró
[vi] Frase hecha
[vii] Mark Twain
[viii] José Lladró
[ix] Charlton Heston
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