Estimad@s amig@s
Sinopsis
En un mundo donde la
responsabilidad social se ha vuelto cada vez más importante, los empresarios
tienen entre manos una tarea crucial: no sólo deben administrar sus compañías
con eficacia, sino también contribuir al bienestar de la sociedad en áreas
vitales como la ecología, la igualdad o la inclusión.
No obstante, el camino hacia
este objetivo puede ser incierto y sujeto a las trampas de la confusión, con
clasificaciones políticamente correctas y simplistas de compañías «malas» o
«buenas», «verdes» o «sucias».
En este libro, Juan
Ignacio Eyzaguirre desafía los discursos actuales e invita a
enfocarnos en la búsqueda del verdadero propósito empresarial en una propuesta
reconoce sin tapujos el incremento de los beneficios de largo plazo como el
mecanismo fundamental del progreso social.
¿Hasta dónde deben las
empresas asumir responsabilidades más allá de sus operaciones habituales?
¿Quién debería tomar esas decisiones? ¿Cuáles son las consecuencias de estas
políticas en el sistema empresarial y su vínculo con la sociedad?
Descubre las respuestas en
un libro que
destaca el valor de la empresa como motor esencial para el cambio.
«Cuando me retire de
la compañía,
me gustaría haber agregado valor a los
accionistas,
pero también haber hecho lo correcto como
ciudadano»[i]
Prólogo[ii]
(…) la división entre
propiedad y control trae consigo costes de agencia que hay que administrar para
poder obtener los beneficios de desarrollar grandes proyectos y emprendimientos
(…)
(…) las normas de ESG
pueden también ser escenario de disputa por los costes de agencia si es que se
abusa de lo que aparece como políticamente correcto en esta materia con el fin
de distraer a los accionistas ―los stackeholders con el poder de cambiar la
administración―, escondiendo un mal desempeño detrás de la complejidad (…)
El menú dentro de la
“carpeta” ESG incluye tópicos tan variados como alzas de precios por
encima de lo considerado “justo”, los derechos de las minorías LGBT, de
la naturaleza y los animales, el cambio climático, las brechas de compensación
entre los altos ejecutivos y los empleados, la desigualdad entre los haves
and have nots, la equidad de género, los derechos de la propiedad
intelectual, la competencia o la falta de ésta, la amenaza de la globalización,
la información privilegiada, la seguridad en el trabajo, la vejez (…) todos
nuestros temores, los miedos que nos agobian, y de los que un Estado lejano no
nos puede proteger (…)
(…) ¿Es acaso suficiente
decir que su propósito es conducir los negocios de manera sostenible y
ética siempre cumpliendo con las normas para asegurar su éxito y hacer crecer
su valor a largo plazo?
«El propósito de la
vida
es una vida de propósito»[iii]
Introducción
El mundo de la empresa se ha
vuelto confuso. Muy confuso y complejo. Hoy existen más dudas que certezas sol
el rol y el sentido empresarial. Aquellos tiempos en que a los gerentes se les
pedía únicamente gestionar eficientemente los recursos de sus compañías,
hacerlas crecer y maximizar sus ganancias suenan de otra época (…)
En la actualidad, la
sociedad espera más de las empresas y de sus liderazgos (…) la sociedad está
buscando nuevos lideres (…) se han levantado voces llamando a que cada empresa
defina un propósito, se mida y se comprometa con objetivos ambientales, sociales
y de gobierno (…)
Cuando no es suficiente que
los directivos manejen sus empresas con eficiencia, se espera que sean reales
agentes de cambio, para lo cual necesitan la legitimidad social que les permita
operar en esa dirección. Cada día con mayor frecuencia, los máximos ejecutivos
de las compañías sienten presiones por opinar sobre ciertos temas como las
políticas de género o raciales (…) la lista de gerentes generales despedidos
por escándalos en su reputación va en aumento. Y a veces protegerla tambien
implica intentar ser el bueno de la película, o al menos evitar a toda costa
pasar a ser el villano de turno.
(…) hemos visto inversores
reclamando auditorías de políticas de diversidad racial de empresas. Grandes
fondos de pensiones han comenzado a votar en contra de paquetes de compensación
para los principales gerentes y a apoyar mociones para forzar a la empresa a
implementar mayores compromisos en el ámbito del medioambiente.
Activistas medioambientales
han demandado en tribunales de justicia a gigantescas empresas provocando
verdaderos terremotos corporativos (…) no es posible para las empresas y dueños
de las compañías intentar quedar bien con todos al mismo tiempo (…)
Directores y ejecutivos
están paralizados ante el temor a no hacer lo políticamente correcto y de tener
que decidir entre blanco y negro porque finalmente la emoción parece haberle
ganado a la razón (…)
Definir el rol de la empresa
en la sociedad es fundamental. A la hora de intentar una definición, la empresa
es una institución creada para articular capitales y personas con el objetivo
de producir bienes y servicios requeridos por la gente.
Sobre el advenimiento de un
nuevo orden político-social se cierne el peligro de las soluciones dogmáticas. ¿A
quién le corresponde decidir cuál es el objetivo último de la empresa? ¿es
tarea de Consejos de Administración, ejecutivos, representantes
de accionistas ―intermediarios que administran los fondos― o de
la propia sociedad?
(…) ¿Cuáles son las
responsabilidades que hoy deben asumir las compañías? ¿Corresponde atribuirles
toda la gama de obligaciones que algunos les señalan? ¿Hasta que punto deben
inmiscuirse más allá de su función principal: producir bienes y
servicios requeridos por la sociedad? (…) ¿Quién decide la respuesta:
gerentes y Consejos, administradores de fondos, accionistas, tribunales
de justicia o gobiernos? ¿Y cuáles son las consecuencias de las diferentes
miradas sobre el funcionamiento del sistema empresarial, engranaje
fundamental de la creación destructiva que ha traído el progreso al mundo?
(…) la búsqueda del sentido
empresarial es necesario para dar libertad a cada una de las empresas para que
definan su rol, su sentido y su propósito. En un entorno cada más confuso y
complejo, solo la diversidad de propuestas del sentido de la empresa promoverá
la mejor adaptación del sistema empresarial a los profundos cambios que
experimenta el mundo (…)
(…) la mejor respuesta a
quienes pretendan imponer una mirada única es sentar las bases para un debate
informado de la sociedad, de los liderazgos empresariales y los articuladores
de las instituciones políticas (…)
«Las personas
necesitan un propósito que tenga significado,
esa es nuestra razón
de vivir.
Con un propósito compartido,
somos capaces de
conseguir cualquier cosa»[iv]
¿Nos está matando el
propósito?
- ¿Qué propósito, el de nuestra
compañía o el que nos intentan imponer desde fuera?
La corrección política nos
está haciendo no mostrarnos como realmente somos, decimos lo que quieren
escuchar ―no lo que realmente pensamos―, hay miedo al qué dirán o a la dictadura
de lo políticamente correcto.
DESpropósito
pone el foco en la falta ―necesidad― de un propósito propio. Si lo tienes, el político,
activista, o inversionista de turno te lo va a poner encima de la mesa. Como no
te preocupa, ya se ocupa otro, a partir de ahí eres Alicia en el país de las
maravillas ¿Cuál es el camino? Depende, ¿Dónde quieres ir?
¿Cuál es el propósito de mi compañía?
El
que “yo” quiero o el que me imponen… recuperemos el norte, no todo está perdido.
Juan
Ignacio Eyzaguirre nos invita a reflexionar y defender nuestro propósito, puede
que no sea el libro que más adeptos vaya a generar pero ¿lo escribió con esa
visión? Quiero pensar que quería ser el verso suelto que vino a zamarrear
el árbol y dejar por escrito lo que muchos piensan, pero no se atreven a decir en
público, por aquello del que dirán.
«La reflexión es uno
de las principales medios
que tienen los
líderes de aprender del pasado»[v]
(…) ¿Cuál es el propósito
de Shell, producir energía para un mundo hambriento de ella o poner los
recursos y capitales a trabajar en contra del cambio climático? (…)
(…) ¿Cómo medir el impacto de las operaciones
de una empresa en el cambio climático? ¿O su contribución para solucionar los
problemas sociales de un país? ¿O cómo poner un numero a la calidad de su
gobierno corporativo? (…) actualmente hay más de mil quinientos indicadores
ESG (…) la confusión que surge cuando se intenta medir un fenómeno
complejo (…)
Cumplir con los intereses
contrapuestos de los numerosos y divergentes grupos de interés[vi] de
una empresa no es fácil. Como gerente general, lo se de primera mano. Es un
mundo polarizado, los gerentes generales tendrán invariablemente un conjunto de
grupos de interés que exigirán que hagamos una cierta cosa, mientras que otro
conjunto de partes interesadas requerirá que hagamos justo lo contrario.
(…) es más importante que
nunca que la empresa y sus gerentes se guíen por su propósito. Si te mantienes
fiel al propósito de tu empresa y te centras a largo plazo, al tiempo que te
adaptas a este nuevo mundo que nos rodea, ofrecerás beneficios sostenibles a
los accionistas y ayudaras a hacer realidad el poder del capitalismo inclusivo.
(…) una empresa debe crear
valor para toda su gama de grupos de interés y ser valorada por todos ellos,
con el fin de crear valor a largo plazo para sus accionistas (…) no se
equivoquen, la búsqueda justa de ganancias sigue siendo lo que anima a los
mercados; y la rentabilidad a largo plazo es la medida con la
que los mercados determinan en última instancia el éxito de la empresa[vii].
Para las compañías,
desempeñar un papel social más allá de vender sus productos y servicios es
complejo y sus límites son difusos (…)
Puede ser peligroso categorizar
las distintas actividades empresariales bajo un prisma moral ―ya sea
“sostenible”, “verde”, “bueno”―, pues el mundo es complejo y no es fácil de
comprender correctamente las implicaciones de las diferentes labores.
Actividades catalogadas como sostenibles o verdes pueden terminar afectando a
la viabilidad de transformaciones económicas (…)
(…) vale la pena preguntarse
si corresponde a las empresas comprometerse en mediciones ESG. ¿Acaso
están capacitadas para ello? ¿Qué arriesgan las compañías y el sistema
económico al hacerse responsables de los múltiples cambios que requerirían
nuevas prioridades empresariales y sociales? ¿Cuál es el límite de estos
compromisos y cómo se debe equilibrar con la necesidad de sostenibilidad
financiera y deber fiduciario respecto al capital de sus inversores? ¿A quién
corresponde arbitrar entre aquello que debe ser considerado sostenible y lo que
no lo es, entendiendo las consecuencias que ello implica para la misma
sostenibilidad y el progreso económico?
(…) ¿Debemos ser
tolerantes con los intolerantes?[viii]
(…) muchas juntas de
accionistas se han transformado en verdaderos debates políticos. Donde otrora
primaban los criterios de los gerentes hoy se levantan coros de activistas
intentando influir en las políticas y liderazgo de la empresa, en conflictivas
áreas ajenas a los resultados financieros.
¿Quién debe decidir cuándo
corresponde a una empresa, a un gerente o a un Consejo
manifestarse y actuar frente a encrucijadas sociales, políticas o
morales?
(…) ¿Puede acaso un
individuo privado establecer arbitrariamente cuál es el interés social? ¿Sabría
ese individuo determinar a cuánto sube la suma que deben aportar la empresa y
sus dueños para servir a un cierto interés social?
(…) el cortoplacismo de
resultados. La obsesión de ejecutivos de sociedades anónimas listadas en bolsa con
los beneficios de cada trimestre (…)
La presión que está ejerciendo
sobre los capitales para mostrar su compromiso con el cambio climático ha
pasado de un pequeño nicho a magnitudes más relevantes. Como sin sostenibilidad
no hay progreso, desarrollar inversiones sostenibles es sin duda un esfuerzo
loable, pero requiere claridad en su aplicación para ser una contribución, lo
que no ha sido necesariamente el caso y ha abierto flancos a estos impulsos.
¿Hacia dónde vamos?
La libertad puede ser un
gran aliado del futuro y un salvavidas para navegar en las turbulentas aguas
que se avecinan para la empresa del mañana. Se trata de un valor básico y
frágil, pero que ―fortalecido y resguardado― es el puente necesario para que
cada empresa, tensionada por las actuales exigencias de modernidad, decida y
proponga transparentemente su rol.
(…) las noticias de los medios
de comunicación son el fiel reflejo de la confusión en la que se ha sumido el
mundo de la empresa. Disputas públicas entre ejecutivos y políticos. Tensiones entre
accionistas, consejos y gerentes sobre mayores exigencias a la empresa. Aventuradas
opiniones de ejecutivos en áreas que les son ajenas (…) compromisos medioambientales,
sociales y de gobierno[ix], con
métricas carentes de sentido. Administradores de fondos haciendo de activistas
ambientales. Operaciones amenazadas por letales sentencias judiciales. Gerentes
despedidos por greenwashing.
Otros por escándalos personales. Consejos aterrados por quedar en la vereda contraria
a lo políticamente correcto (…) nada avizora
que estos conflictos disminuyan con el tiempo.
Son tres los factores principales
que amenazan a la empresa en pleno siglo XXI.
(…) el maniqueísmo empresarial
que separa a las compañías, y a sus actividades económicas, entre “buenas” y “malas”
(…)
(…) la imposición centralizada
de una determinada concepción del rol de la empresa por parte de los Estados,
sus gobiernos, sus reguladores o los tribunales (…)
(…) los mayores costes de
agencia que separan a las compañías de sus “propietarios” finales, la gente, especialmente
cuando se toman decisiones fundamentales como el rol empresarial, en las que
los múltiples conflictos de intereses son difíciles de controlar y manejar.
(…) la mejor defensa contra
la “cancelación” de personas, compañías y liderazgos es establecer un debate
claro, transparente y racional que diluya las emociones, consignas y ataques.
Ante los afanes del Estado por
intentar hacer el bien por decreto, centralizando decisiones complejas e
inciertas, también se debe actuar con recelo.
Es muy peligroso hacer
dogmas con las creencias de unos pocos (…)
La sostenibilidad es
fundamental para la supervivencia de las empresas. No hay dudas (…) los
extremos pueden causar estragos en la definición del rol y en medida justa de
sostenibilidad (…) se requiere criterio y buen juicio, los cuales son
determinantes para el manejo empresarial.
Para una buena definición de
propósito, hay que partir de preguntarse ¿por qué la empresa existe? ¿Qué necesidad
o problema de la gente dio origen a que se articularan personas y capitales para
resolverlo? Cuando la organización, sus liderazgos y sus colaboradores extienden
el trabajo que deben hacer para servir a las personas por las que trabajan
sucede que entienden realmente cómo comprometerse sería y responsablemente con
su entorno, en lugar de envalentonarse con compromisos que muchas veces tienen
poco o nada que ver con el propósito.
Intentar bien con todos, por
el contrario, generalmente empaña el verdadero propósito de las empresas y las desorienta
de aquello en lo que realmente deben enfocarse para servir bien a la sociedad.
Una gestión basada en la creación
de valor a largo plazo se sostiene en esos principios de sustentabilidad más
que en indicadores impuestos por la agencia de rating o por el regulador
de turno (…)
«No hay nada más
poderoso que una idea
a la que le ha llegado su tiempo»[x]
Por qué la
corrección política en el mundo de la empresa amenaza el progreso
Link de interés
• Net
Positive Netamente positivo: Cómo las empresas valientes
prosperan dando más de lo que reciben
• Sostenibilidad
con propósito: “Hacer el bien, haciéndolo bien”
• Gestión
de la Reputación Corporativa
• Una
experiencia memorable: Cómo cultivar la reputación de las universidades
• El
hombre en busca de sentido
• La
masa enfurecida: Cómo las políticas de identidad llevaron al mundo a la locura
• Así pueden las empresas familiares
mejorar su contribución medioambiental y relación con todos sus ‘stakeholders’
• ESG: Una brújula sin dirección
«Las
sinergias no traen crecimiento,
el foco lo hace»[xi]
ABRAZOTES
[i] Ben Van Beurden
[iii] Robin Sharma
[iv] Warren Bennis
[v] Ídem
[vi] Stackeholders
[vii] Larry Fink
[viii] Karl Popper
[ix] ESG
[x] Victor Hugo
[xi] CEO de Siemens
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