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viernes, 26 de marzo de 2021

Aprender a morir para poder vivir

Estimad@s amig@s

Sinopsis

Xavi mira con otros ojos tanto a la vida como a la muerte. De pequeño le diagnosticaron una enfermedad degenerativa conocida como enfermedad de Duchenne, que provoca que vaya perdiendo la fuerza de forma progresiva. En la actualidad se encuentra en una silla de ruedas, apenas puede moverse y necesita asistencia para casi todo. Incluso para beber agua.

Es perfectamente consciente de que su enfermedad es e inexorable. Sabe lo que comporta. Cómo avanzará. Y es capaz de explicarlo con una serenidad y una generosidad extraordinarias. Incluso con sentido del humor.

En este libro Xavi comparte con el lector cómo ha aprendido a vivir con la muerte a la vista. O, lo que es lo mismo, cómo ha aprendido a morir para poder vivir. «Mi vida no está siendo -en sentido estricto- una vida desgraciada», escribe. Y con entusiasmo nos invita a disfrutar de las pequeñas cosas: un buen vaso de agua, una puesta de sol, una charla tranquila, el rencuentro con una persona a quien hace tiempo que no ves, la presencia silenciosa de la gente que quieres…

La historia de Xavi y sus reflexiones son una inspiración. Una lección de vida.

Xavi Argemí nacido en Sabadell en 1995 y estudiante de Multimedia en la UOC. Mi biografía la encontraréis en las páginas de este libro: Aprender a morir para poder vivir. De forma muy resumida, podríamos decir que tengo una vida bastante corriente si exceptuamos el hecho de que, de pequeño, me diagnosticaron una enfermedad degenerativa incurable: distrofia muscular de Duchenne. Aquí explico cómo convivo con ella.

 

«Los problemas puedo afrontarlos;

las circunstancias debo saber llevarlas»

 

Hace unos días hablábamos de Ser ejemplo, el libro del amigo Borja Milans del Bosch. Hoy quiero hablar de otro autor y de otra manera distinta de ser ejemplar, no por distinta menos importante.

 

Xavi Argemí nos habla de su enfermedad, de cómo a lo largo de la vida ha ido adaptándose, de sus ganas de vivir, de como aprender a morir, de lo que recibe, de lo que aporta a las personas que lo cuidan.

 

Leer a Xavi Argemí u a otras personas que utilizan su enfermedad para crecer, descubrir que no tienen límites, vivir el día a día. Su testimonio nos debe hacer reflexionar, ser menos egoístas, más generosos, no quejarnos. Disfrutar de lo que tenemos, dar las gracias por poder tener libertad, que no es poco.

 

Necesitamos ejemplos de personas que nos permitan quitarnos los frenos mentales que muchas veces nos autoimponemos, sal de tu zona de confort, olvida tu minusvalía, enfermedad, o aquello que te limita. Mira a tu alrededor seguro que conoces a algún Xavi, busca su ejemplo, lucha por tus metas, que nadie te pare.

 

«Por todo lo que recibí,

 estar aquí vale la pena»

 

(…) cómo estás, cómo te sientes en este momento de tu vida, qué miedos tienes y cómo los quieres afrontar. Creo que tu testimonio puede tener muchísima fuerza. Alguien de tu edad diciendo lo que tú piensas es muy necesario en los medios.

 

He aprendido a vivir con la muerte a la vista (…) he estado aprendiendo a morir para poder vivir (…) mi vida no esta siendo (…) una vida desgraciada (…)

 

(…) la distrofia es de nacimiento, pero, al ser una enfermedad degenerativa, sus efectos se van notando con el paso del tiempo.

 

(…) Duchenne es un compañero de viaje que se va mostrando poco a poco, como algo natural. Tan natural para mí como desconocido para el resto (…)

 

(…) mi cuerpo se ha ido atrofiando día tras día, de eso no hay duda. Mi espíritu, por el contrario, poco a poco ha ido ganando en flexibilidad, en más aceptación, y también de manera progresiva.

 

(…) es preciso aceptar toda la limitación día a día: la que ya tengo de días anteriores y la que ese día quizá me asalte.

 

(…) si no aceptas que hay cosas que no puedes resolver, te creas dos problemas: la propia enfermedad y el hecho de pensar que no puedes hacer cosas (…)

 

Una actitud que realmente me ha ayudado mucho es dar gracias por lo que tengo, más que quejarme por lo que no tengo (…) la enfermedad me ha ayudado a vivir con intensidad, con sentido (…)

 

Echo de menos moverme. Lo acepto porque no hay otro remedio. Si no lo aceptas, no puedes llegar a ser feliz. Si no lo aceptara, no sería más feliz, sino más infeliz (…)

 

(…) mis padres me iban dado la respuesta médica y técnica que en cada momento iba necesitando por la progresiva pérdida de funciones motoras. No me anticiparon nada, pero tampoco me escondieron nada (…) una naturalidad en el afecto que he agradecido mucho, y que al cabo del tiempo es esencial para vivir con una visión positiva.

 

Mirar la muerte de cara no es fácil. Quiero vivir. E instintivamente queremos obviar la muerte. Pero es el dato más real de todos: un día u otro, ocurrirá.

 

¿Qué es la normalidad? (…) la normalidad es ser «como los demás», con independencia de si son o no un referente (…)

 

Una de las cosas que aprendes cuando vives la vida desde una silla todo el día es la cuestión de las barreras arquitectónicas que podrían eliminarse con facilidad (…)

 

(…) uno tiene que aceptar cada día la realidad de que no puede hacer las cosas que lo demás sí pueden. La gente a veces piensa que te acostumbras a estar sentado e inmóvil, y no es así. Yo tengo que aceptarlo cada día.

 

(…) una de las circunstancias que tengo que ir gestionando es una debilidad muscular que hace que allí donde uno puede no notar nada ─no sé, un doblez en la sabana cuando duermes o estar en una misma postura mucho rato─ a mí me puede generar un moratón (…)

 

Debemos estar continuamente activos (…) tener ilusiones de futuro, objetivos profesionales. Primero un paso, y luego otro (…)

 

(…) había que educarme para morir: educarme para no tener miedo a la muerte, sabiendo desde el primer momento de qué mal tendré que morir.

 

 (…) educándome para bien morir me han educado para tratar de vivir plenamente.

 

La libertad no solo está en que puedas elegir. También está en la manera que respondes ante las cosas que no has podido elegir (…)

 

(…) cuando estás sentado en una silla paulatinamente vas tomando conciencia de las limitaciones, y eso puede hacer que te invada una sensación de estar quedándote solo, humanamente solo (…)

 

El hecho de padecer una enfermedad degenerativa y que la gente lo sepa me ha llevado a preguntarme muchas cosas, y a tratar de ir respondiéndomelas. He procurado afrontar las preguntas tan bien como he podido (…) vivimos socialmente en medio del ruido de hacer, hacer y hacer. Todo el mundo considera necesario hacer muchas cosas para sentirse realizado; mi vida, en cambio, ha estado muy llena de circunstancias en las que he necesitado ayuda de los demás en situaciones en que la mayoría de la gente se desenvuelve sin darse cuenta (…) eso de dejarse ayudar es algo muy bueno para una sociedad. Una sociedad con gente que necesita ayuda y gente que está dispuesta a ayudar es una sociedad mejor.

 

(…) una sociedad que no ayuda es una sociedad inhóspita, porque lo que debe saber todo el mundo es que, tarde o temprano, necesitará ayuda de otros (…)

 

(…) el ser humano no puede estar solo; es social por naturaleza. La gente que se cierra en sí misma es porque tiene problemas que no puede resolver por sí sola, aunque crea que sí.

 

«La normalidad de trato te hace fuerte;

 sales de autocompasión»

 

Aprender a morir para poder vivir

Xavi Argemí

Grijalbo

 

Link de interés

Ser ejemplo

El hombre en busca de sentido

Fundación ilusiones

Eneso

Senniors

 

«Los paliativos son uno de los pilares

 que me han permitido construir

 una vida con sentido»

 

Recibid un cordial saludo

viernes, 9 de junio de 2017

El viaje es la recompensa; Mi lucha por la vida

Estimad@s amig@s

Sinopsis

«No sé si hay vida después de la muerte.
No me importa.
Lo que sí sé es que hay vida
antes de la muerte»

Estas son las sentidas palabras de Francisco Luzón, el hombre que lo fue todo en el mundo de la banca y que en la actualidad sufre una enfermedad «perversa» ¿cómo él la califica? llamada ELA. En este libro narra, con emoción y valentía, la lucha diaria contra un cuerpo empeñado en destruirse, la batalla contra el miedo para que no se apodere del alma y los recuerdos de una vida intensa, de un viaje que ha merecido la pena y que ha sido en sí mismo una recompensa.

«Todas las mañanas pienso en la muerte. No más de cinco o diez minutos. Pero pienso en ella. Y no lo hago con miedo. Lo hago con dolor en el alma»
Francisco Luzón

Reconocimientos
Ama la vida. Vívela con pasión. Lucha por tu sueño. Te podrás caer, pero levántate con más impulso. La vida es lo más hermoso que tienes.

«El viaje es la recompensa»
Viejo proverbio chino

La recompensa es el libro, hablar de tu enfermedad, limitaciones, cambios de carácter, de cómo vas perdiendo el control del habla, los movimientos, gestos. Tiene que ser un ejercicio mental muy duro, y no al alcance de muchas personas.

Lo que más valoro del libro quizás sea el ejercicio de contar su lucha personal contra la enfermedad, el sobreponerse a las limitaciones que cada día la esclerosis lateral amiotrofia (ELA) va poniendo en su camino.

Algunas veces es necesario leer este tipo de libros para que de verdad aprendamos a valorar lo que tenemos. La ceguera, el consumismo, la falta de valores, nos impide ser felices con lo mucho o poco que tenemos. Disfruta de lo que tienes, no añores lo que no tienes, comparte, construye el mañana, se generoso…

«De nada sirve al hombre lamentarse de los tiempos en que vive. Lo único bueno que puede hacer es intentar mejorarlos»
Thomas Carlyle

A pesar del tesón, del esfuerzo, en ocasiones esa luz pierde parte de su luminosidad, porque mi enfermedad no tiene cura. Desde el primer momento supe que mi única esperanza consistía en recibir los mejores cuidados posibles (…)

(…) hablamos a través de una aplicación informática en mi teléfono móvil, que reproduce un sonido metálico, sin matices, plano (…)

(…) mi carácter también ha cambiado. Las emociones están a flor de piel. Lloro o río. Me cuesta controlar las sensaciones, soy más impulsivo. ¡Impulsivo el hombre metódico y reflexivo que ha dedicado su vida a la gestión bancaria con rigor de libro! Me cuesta creer y aceptar que he perdido el tamiz que contiene las emociones. ¿Acaso me he convertido en un visceral? ¿Acaso ya no soy yo? El aislamiento en el que vivo, encerrado dentro de mi cuerpo, me ha transformado en un hombre diferente.

¿Qué hacemos los enfermos de ELA en este mundo de fiestas, en este tiempo de celebraciones? Los enfermos no comemos. Los enfermos tampoco bebemos. Ni bailamos. Poco nos importan la ropa nueva o los perfumes exclusivos. Si es esto la Navidad, ¿qué sentido tiene para nosotros? ¿Cuál es nuestro papel?

(…) un solo sentido. Compartir ese tiempo con la familia. Observarles, disfrutar a través de su gozo (…)

(…) esforzarme por mejorar. Y felicitarme porque estoy siendo capaz de convertir mi situación en mi mayor fortaleza. A medida que mi cuerpo se ha debilitado, mayor ha sido mi compromiso en la lucha diaria (…)

Pensar. Programar y planificar las sensaciones. Ese es el orden a seguir. Como si fuera un analista de mis emociones. Me he convertido en un ser introvertido; tiendo al aislamiento; vivo en el mundo propio; soy más intransigente y me enfado a menudo. ¿Quién soy? ¿Me reconozco? ¿Me reconocen? ¿Alguien intuye o puede captar el sufrimiento?

«Si supiera que el mundo se muere mañana,
yo hoy todavía plantaría un árbol»
Martin Luther King

(…) yo no olvidare jamás que los curas me aportaron los elementos clave para aportar mi vida personal y profesional. Me pregunto si podría ahora enfrentarme a la enfermedad sin ese aprendizaje previo del sufrimiento, sin la fortaleza en la que me he curtido. Es muy probable que no (…)

«Siempre hay lugar en las cumbres para el hombre valiente y esforzado»
Thomas Carlyle

«Todos los días hago lo mejor para ser feliz mañana»

«Mi cuerpo que también conocía hasta la aparición de la enfermedad, se ha convertido en una armadura pesada, que en lugar de protegerme me impide moverme»
« ¿Piensa en la muerte? ¿Tiene miedo? ¿Es creyente? ¿Le ayuda Dios?». Me lo han preguntado en las últimas entrevistas por el tema de mi enfermedad es inevitable. Naturalmente que pienso en la muerte. Cada mañana, cuando me levanto. Pero me duran poco esos pensamientos, unos cinco minutos (…)

¿Cómo no tener miedo? Es humano. Decía Nelson Mandela  «El ser humano bravo no es el que no tiene miedo; es el que lo supera» (…)

«Si algo me duele cada día más es no poder ser autosuficiente con mi cuerpo. Depender de los demás para moverme, es como dejar de ser yo misma

Nunca descendí por los abismos de la desesperación, intentare evitar esa ruta, pero es difícil, a los enfermos nos invade la desesperanza porque carecemos de armas con las que pelear (…)

«Las lágrimas son la sangre del alma»
San Agustín

(…) luchar, luchar hasta el final (…) Sandro Pertini «A veces en la vida hay que saber luchar no solo sin miedo, sino también sin esperanza» (…)

En los paulinos aprendí a sangre y fuego el valor del trabajo bien hecho. Sin matices, sin recovecos, sin opciones. Ese aprendizaje lo llevé hasta los límites en mi vida profesional (…)

« (…) Tenemos dos vidas y la segunda comienza cuando te das cuenta de que solo tienes una»
Mario de Andrade



Link de interés

«Si se siembra la semilla con fe y se cuida con perseverancia,
 solo será cuestión de tiempo recoger sus frutos»
Thomas Carlyle

Recibid un cordial saludo