Estimad@s amig@s
Sinopsis
A punto de poner fin a una
dilatada carrera plena de éxitos y reconocimiento, Henry Marsh —uno de los neurocirujanos
más eminentes de Gran Bretaña— ha querido exponer a los ojos del mundo la
esencia de una de las especialidades médicas
más difíciles, delicadas y fascinantes
que existen. El resultado es este volumen
que ha cautivado y conmovido tanto a los críticos más exigentes como a todo
tipo de lectores, y que poco tiempo después de su publicación se encaramó a las
listas de más vendidos del Sunday Times y el New York Times. Escogido «Mejor Libro del Año» por el Financial
Times y The Economist, obtuvo los premios PEN Ackerley y South Bank Sky Arts y
fue finalista del Costa Book Award, el Guardian First Book Award y el Samuel
Johnson de no ficción. A los mandos de un microscopio ultrapotente y un catéter de alta precisión, el doctor Marsh se abre camino por los
intersticios del cerebro. Con frecuencia, de su pericia y de su pulso dependen
que un paciente recupere la visión o acabe en una silla de ruedas. Hay días en
los que salva vidas, pero también hay jornadas nefastas en las que un pequeño
error o una cadena de infortunios lo hacen sentirse el ser más desdichado sobre
la faz de la Tierra. Mucho más cercano a una confesión personal que a una autobiografía
complaciente con el autor, este libro —cuyo
título se inspira en el juramento
hipocrático— supone un auténtico alarde de valentía y de honestidad
intelectual, un relato vibrante y luminoso que logra remover nuestros
sentimientos más profundos y ensanchar nuestro umbral de sabiduría y compasión.
“Ante no hagas daño…”
Hipócrates de Cos
Un neurocirujano, como un directivo
dirige en equipo de trabajo, unos en
un quirófano y otros en una empresa. Hay muchas similitudes y
podemos aprender mucho del trabajo de estos y como son capaces en momentos de
máximo estrés, de conservar la calma, superar la adversidad y sacar-eliminar el
problema que traía paciente-cliente.
No
hacer daño es una de las consignas que tienen los médicos, que
los directivos también deberíamos de tenerla presente en nuestras decisiones,
por pequeñas-baladíes que puedan parecernos.
Nos pagan para tomar
decisiones, hasta ahí estamos todos de acuerdo. Pero como las tomamos, como las
vendemos al equipo, como las trasmitimos a los clientes… es ahí donde
debemos de extremar las precauciones y hacerlo de manera empática, teniendo en
cuenta a los receptores del mensaje, ¿cómo
lo van a encajar?, ¿cómo lo van a
asumir?, ¿cómo lo van a interiorizar?
“Un cirujano debe
tener nervios de acero, el corazón de un león y las manos de una mujer.”
…
… Empezar puntual, con
todo donde debe estar, los paños quirúrgicos colocados de la manera exacta y el
instrumental pulcramente dispuesto, es un método fundamental para calmar el pánico escénico quirúrgico.
No me gusta nada hablar
con los pacientes la mañana de la operación. Prefiero no acordarme de que son
humanos y tienen miedo, y no
quiero que puedan llegar a sospechar que yo
también me siento intranquilo.
… a menudo llevamos a cabo
la intervención porque resulta más fácil que ser honestos y significa que podemos ahorrarnos una conversación
incomoda y dolorosa.
… estoy más dispuesto a
aceptar que dejar morir a alguien puede ser una opción mejor que operarlo
cuando solo hay una posibilidad muy pequeña de que esa persona pueda volver a
valerse por sí misma.
La
vida sin esperanza es tremendamente difícil, pero con cuanta
facilidad consigue la esperanza, en definitiva, volvernos necios a todos.
… Los cirujanos siempre deben decir la verdad, pero rara vez, o nunca, negarle toda esperanza al paciente.
… cuesta muchísimo decirle
a tu paciente que no hay nada más que hacer, que no queda esperanza, que ha
llegado la hora de enfrentarse a la muerte con dignidad…
… cada día tomo montañas
de decisiones que, si resultan equivocadas, pueden tener consecuencias
terribles. Mis pacientes necesitan
desesperadamente creer en mí, y yo también necesito creer en mí mismo.
“… A menudo me veo
obligado a hacer llorar a gente que se sienta frente a mí...”
Henry Marsh
“Para llegar al
corazón, ¿Qué importa el camino?”
Henry Marsh
Recibid un cordial saludo
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