Estimad@s amig@s
Sinopsis
Todos sabemos cómo es la
agonía de tener sed y querer saciarla. De esto nos habla José Tolentino Mendonça en
este maravilloso libro
que recoge sus reflexiones sobre los Ejercicios Espirituales de la
Cuaresma, que impartió en 2018 al papa Francisco y a la
Curia romana.
La sed más profunda nos ofrece un viaje con dos posibles recorridos. El primero, es el de la sed más cruda y real -la de las periferias del mundo, la de quien se muere o la de quien no encuentra salida-. El segundo, nos lanza a la sed de muchos por descubrir más y crecer humana y espiritualmente. Dos tipos de sed que se calman en un mismo manantial de agua viva, limpia y fresca, llamado Jesús.
La sed más profunda nos ofrece un viaje con dos posibles recorridos. El primero, es el de la sed más cruda y real -la de las periferias del mundo, la de quien se muere o la de quien no encuentra salida-. El segundo, nos lanza a la sed de muchos por descubrir más y crecer humana y espiritualmente. Dos tipos de sed que se calman en un mismo manantial de agua viva, limpia y fresca, llamado Jesús.
«No
es fácil reconocer que se tiene sed.
Porque la sed es
un dolor
que descubrimos
poco a poco
dentro de
nosotros, por detrás
de nuestros
habituales relatos defensivos,
asépticos o
idealizados; es un dolor
antiguo que, sin
apenas darnos cuenta,
descubrimos como
que se ha reavivado,
y tememos que nos
debilite;
son heridas que
nos cuesta afrontar
y, más aún, aceptar confiadamente»
Prólogo del papa Francisco
(…) no es una sed de agua,
sino de algo mayor: sed de saciar nuestra sed, en entrar en contacto con
nuestras heridas (…)
«Si
quieres construir un barco, no
empieces por enviar a
los hombres a
buscar madera, distribuir el trabajo y
dar
órdenes. En vez de eso, enséñales a anhelar el vasto e
inmenso mar, cuando se haya avivado esa sed, entonces
hay que
ponerse a trabajar para construir el barco»
Antoine
de Saint-Exupéry
Elogio
de la sed, es una obra que nos permite reflexionar
despacio, con calma, buscar en nuestro interior ¿de qué tenemos
sed? ¿por qué tenemos miedo a decir las
tres palabras dós moi peín «dame de beber»?
Personalmente encuentro necesario
de vez en cuando parar máquinas y buscar algún libro ―espacio de reflexión que
nos haga chequearnos por dentro ¿cómo
estamos? ¿qué sentimos? ¿qué nos falta? ¿qué podemos aportar a los demás y no
estamos haciendo? ¿Qué nos frena? ¿qué nos impulsa? ¿qué legado queremos
dejar a las siguientes generaciones? ¿qué nos desilusiona?…
«El camino tiene más que enseñarnos
que
la posada»
Don
Quijote de la Mancha
Desaprendamos,
pues, para aprender aquella gracia que hará posible la vida dentro de nosotros,
desaprendamos, pues, para aprender ―en nuestra pobreza, en
nuestra realidad (…)
«El que tenga sed,
que
se acerque…»
(Ap
22,17)
(…) ¿Acaso reconocemos la sed que hay en nosotros? ¿Somos conscientes de la
deshidratación que, voluntaria o
involuntariamente, nos imponemos?
¿Nos tomamos tiempo para descifrar el estado de nuestra sequedad?
El dolor de nuestra sed es el dolor de la vulnerabilidad extrema, cuando las limitaciones
nos aplastan (…)
(…) es tan fácil idolatrar
la prisa y el vértigo en este nuestro tiempo hipertecnológico y que
rinde culto a la instantaneidad, a la simultaneidad y a la eficacia (…)
(…) del mismo modo que
nuestra hambre no es de solo pan, tampoco nuestra sed es de solo agua.
Contactar
con nuestra propia sed no es una operación fácil (…)
Hemos de perder el miedo a
reconocer nuestra propia sed y nuestra sequedad (…) ¿Cómo percibe cada uno de nosotros la forma en que dicha sequía le invade?
Escuchar la
propia sed es interpretar el deseo que habita en nosotros (…)
(…) debamos reconciliarnos
con nuestra vulnerabilidad (…) una
de nuestras peores tentaciones es la
tentación de la autosuficiencia y la
autorreferencialidad.
Cuando caemos en ella, hacemos de la vida una cápsula insonorizada que puede
asemejarse a una cómoda zona de confort,
la cual, sin embargo, nos sume en una anorexia mortal (…) abrazar la
vulnerabilidad del otro es acceder a su deseo de ser reconocido y tocado (…)
[Mt 8,3]
(…) la sed nos enseña el arte de buscar, de aprender, de colaborar, la pasión de
servir. Es cuando renunciamos a la sed cuando empezamos a morir, cuando
desistimos de desear, de encontrarle el gusto a nuestros encuentros, a nuestras
conversaciones, a nuestras charlas, a salir de nosotros mismos, a nuestros
proyectos, a nuestro trabajo, incluso a nuestra oración (…)
(…) «síndrome del buen samaritano desilusionado», afecta a muchos de
cuantos han hecho de la ayuda y la atención a los demás la ocupación de su vida
(…)
(…) el problema no radica en
el exceso de actividad, sino, sobre todo, en la actividad mal vivida, sin la
motivación adecuada (…)
(…) la mirada que observa
desde fuera y desde otro ángulo descubre a menudo aspectos de la realidad que
nos complementan (…)
(…) es importante que nos
preguntemos que es lo que la sed nos ha enseñado a nosotros. Qué es lo que,
concretamente, hemos aprendido y lo que la sed ha modelado y abierto en
nosotros.
(…) ha de preguntarse
siempre no solo: «¿qué hago con el poder
que me ha sido confiado?» (…) «¿qué
es lo que el poder ha hecho de mí?».
«Estoy aquí para servir»
(cf. Heb 11,13)
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de Interés
«(…) sin sufrimiento nuestro trabajo
sería tan solo un servicio social
muy bueno y muy útil (…)»
Madre Teresa de
Calcuta
Recibid un cordial saludo
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