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viernes, 25 de febrero de 2022

Infinitos heridos: El rescate de los vulnerables

Estimad@s amig@s

Sinopsis

Infinitos heridos son todos los seres humanos vulnerables. Somos muchos porque todos lo somos: los capacitados y los discapacitados, los sanos y enfermos, los niños y los ancianos, los jóvenes y adultos. También los que se consideran héroes lo son. La patria de los humanos es la vulnerabilidad, condición y hábitat natural de la existencia, nuestro traje original. En palabras de MacIntyre “todos pertenecemos a la escala de la discapacidad por la que subimos y bajamos a lo largo de la vida”. Con similares palabras sostiene Nussbaum “que los humanos vamos entrando y saliendo de fases de indefensión e interdependencia mutua y nadie lograr vivir al margen de esa inevitable gradación. La vulnerabilidad iguala a todos los hombres en dignidad. Los seres humanos son, en general, discapacitados: mortales, cortos de vista, de piernas débiles, con serios problemas de espalda y cuello, escasos de memoria...” El único modo de seguir sobreviviendo es la mutua ayuda, el cuidado, la solidaridad universal y la responsabilidad ética de unos por otros.

Tras la imprevisible pandemia de la COVID 19, las personas ancianas, los enfermos graves, los discapacitados (los más vulnerables) se han visto desprotegidos y, en algunos casos, excluidos de un atento cuidado. En una sociedad en la que prima la calidad de vida y el rendimiento, preocupa que las manifestaciones de vulnerabilidad se consideren indignas para la propia persona y una carga para los otros. Propongo un rescate de la dignidad de la vulnerabilidad encarnada en aquellos se encuentran en situaciones de enfermedad grave, y, sobre todo, al final de la vida.

Ante situaciones globales de crisis sanitarias la supervivencia radica en la solidaridad, no en la soledad. Aunque muy pronto alcanzaremos la inmunidad de rebaño, la verdadera emergencia sanitaria no consistirá en suprimir toda enfermedad y prevenir todo contagio. Más bien, lo urgente será mitigar la fragilidad humana mediante el cuidado propio y mutuo. Nos inyectarán en masa un remedio médico, pero precisamos a la vez del bálsamo paliativo del consuelo y del acompañamiento. El verdadero peligro que se cierne sobre la humanidad no es la amenaza pandémica, ni el peor confinamiento encerrarnos en casa. El riesgo de extinción reside en vivir sin sentido y aislados –desvinculados unos de otros–, sin tender hacia una plenitud mayor que la mera vida sana y productiva. El individualismo en nuestras sociedades se ha convertido en el virus más difícil de vencer. Y, sin duda, la mejor estrategia consistirá siempre en ser fieles a nuestra naturaleza vulnerable y necesitada de relacionalidad, fieles a nuestra esencia fraterna.

 

«La fragilidad del vulnerable

exige el deber de cuidarlo»

 

Prólogo

(…) alguien ha de ser la voz de los más vulnerables, de los pequeños, de los ancianos, de los enfermos, de los que no encajan en una sociedad obsesionada por la productividad y el placer (…)

 

(…) alguien ha de escribir a favor de los vulnerables, que hemos sido, que somos y que acabaremos siendo todos nosotros. Porque la vulnerabilidad es parte de la humana naturaleza (…)

 

(…) cuando se reconoce que la vulnerabilidad forma parte de la naturaleza humana, entonces sabemos, como supo en su día San Lorenzo, que ellos, los más débiles, son, en efecto, nuestros tesoros (…)

Todos tenemos la obligación moral de mitigar la vulnerabilidad humana, la propia y la del prójimo (…)

Alfredo Marcos

 

«Ya no controlo mi vida,

me controlan»

 

¡Todos somos vulnerables! Lo podemos negar, aceptar, obviar, interiorizar y un largo etcétera, pero la verdad es rotunda y la vulnerabilidad tarde o temprano volverá a nuestras vidas.

 

Tenemos que prepararnos para cuando ese momento vuelva. Debemos borrar de nuestra mente ese individualismo radical que día a día esta sociedad del “todo happy” nos está inoculando. Rescatar a los vulnerables es rescatarnos a nosotros mismos, es como hacer un viaje al futuro. Cuidemos a las personas como nosotros querríamos ser cuidados.

 

Pensemos de manera más humana, generosa, cuidemos ―acojamos, al vulnerable, no lo obviemos, cuidar nos hace más humanos, mejores personas; mejores personas, nos ayuda a construir una mejor sociedad; una mejor sociedad, nos ayuda a construir un mejor futuro para las siguientes generaciones.

 

«Nuestra autenticidad está más puramente esculpida

 por nuestros golpes y llagas,

que por nuestras laureadas coronas»[i]

 

 

Aceptar la fragilidad puede transformarse en un trampolín desde donde lanzarnos hacia arriba, por que lo más alto no se alcanza sin pasar por la nada, por la más bajo (…)

Nuestro destino es saber vivir o, mejor, saber convivir con fragilidades. Solo quien lo acepta, soportando la mayor de ellas ―la muerte―, sabe vivir y está dispuesto a lo máximo.

 

La biografía de cada hombre está atravesada por la vulnerabilidad, la precariedad, una “preciosa precariedad” (…) el ser humano “tiene un dentro” y “un fuera” y, en ambos, experimenta la indigencia, constata los riesgos que corre su vida y lo lejos que está de la perfección o de la realización personal.

 

(…) porque ser vulnerable “es parte de lo que consiste ser hombre” y, por tanto, vulnerable, se es siempre y no algunas veces o un poco. Representa un estatuto permanente en el ser humano y no una opción aplazable a los últimos años de la vida o a determinadas circunstancias desfavorables.

Vivir es ser vulnerable, y la aparición de enfermedades llover sobre mojado. Seguimos siendo hombres ―la misma persona― cuando enfermamos y cuando morimos (…)

 

(…) se están generando promociones de niños inexpertos ―incultos― en el arte de ser frágiles y de convivir con otros frágiles, para ayudarse mutuamente a superar las dificultades de la vida. Por temor a traumatizarlos, se les evita que crezcan y se formen en la cultura del esfuerzo que exige un constante sacrificio para superar los obstáculos que ofrece la vida (…)  crecen jugando en jardines de goma espuma, estregándolos a un mundo fácil que ya ha decidido qué hacer con ellos y cómo manipularlos, en donde la ley que impera es la del placer y el deseo, con derecho a satisfacerlos (…)

 

(…) evitar dañar consiste en desplegar la ternura por medio de caricias sobre el bebé y sobre el anciano enfermo. Representa el único modo de acercarse a la fragilidad humana y tocarla (…)

 

La vulnerabilidad da fundamento a la ética del cuidado: te cuido porque eres vulnerable y porque todos lo somos, dependemos unos de otros (…)

 

La ética del cuidado[ii] propone buscar el bien del otro vulnerable pero bajo la condición de la gratuidad, sin necesidad de esperar nada a cambio, sin recompensas (…) cuidar consiste en una apertura existencial ―no selectiva― hacia todos los que se sienten necesitados, creando vínculos con todos ellos (…)

 

(…) la consideración del anciano enfermo como un subproducto humano, resultado de una fase física y cognitiva degradante, nos hace plantearnos si no estamos ya ante la instalación de una nueva fobia social: la gerontofobia[iii] (…)

Tratar la ancianidad como un disvalor social genera en primer lugar su invisibilidad y, al mismo tiempo, una desigualdad con respecto a los que aún no han llegado a ella (…)

 

Mirar al que sufre requiere tiempo, pararse. No hay compasión sin tiempo: no hay verdadero cuidado con prisas (…)

 

Mirar a un enfermo grave que ya no puede expresarse es hablarle con los ojos, convirtiendo la mirada la mirada en una plegaria que lo acoge (…)

 

Sentirse cuidado cuando uno sufre por su vulnerabilidad, por estar enfermo o desahuciado, es encontrar una casa para la propia fragilidad, un hospicio en donde poder habitar en ella y sobrellevarla (…)

 

El que decide no cuidar al otro se convierte en un ser injusto ―inmoral― y con su dejación de ese deber natural desprotege la vida humana (…) la incapacidad de reconocer a los semejantes implica el desconcierto de uno mismo ―más todavía: la escasez de “uno mismo”― (…)

 

(…) la calidad humana y moral de un país y de sus dirigentes, la nobleza de un pueblo y de sus habitantes se mide y se prueba por el cuidado compasivo de sus ciudadanos más frágiles (…)

 

«La fragilidad del vulnerable

exige el deber del cuidado»

 

Infinitos Heridos

El rescate de los vulnerables

Emilio García Sánchez

Dykinson

 

Link de interés

El arte de la fragilidad

Despertar la compasión

Experto en bioética: “Urge recuperar la dignidad de los ancianos y vulnerables”

El hombre en busca de sentido

Happycracia: Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas

¿Para qué sirve realmente la ética?

¡DESPERTAD! Transhumanismo y nuevo orden mundial

 

«El anciano no es un enemigo.

El anciano somos nosotros:

dentro de poco, dentro de mucho,

inevitablemente de todos modos,

inevitablemente si no lo pensamos.

Y si no aprendemos a tratar bien a los ancianos,

así nos tratarán a nosotros»

Papa Francisco

 

Recibid un cordial saludo

domingo, 14 de enero de 2018

Las virtudes del fracaso

Estimad@s amig@s

Sinopsis
¿Y si fracasar no fuera tan malo como creemos?
El fracaso está mal visto. Lo percibimos como una debilidad, un error. Pero este luminoso libro nos demuestra que el éxito rara vez llega sin ir acompañado de decepciones y frustraciones. Steve Jobs, J. K. Rowling o Thomas Edison vivieron incontables fracasos antes de conseguir su objetivo.
Revisando estos y otros ejemplos, y a la luz de las enseñanzas de Marco Aurelio, San Pablo, Nietzsche, Freud o Sartre, Charles Pépin nos invita a entender que no hay que evitar el fracaso, porque cada adversidad nos hace más lúcidos y combativos. Y que, además, a veces hay felices y curiosos accidentes detrás de muchos «errores»: la tarta Tatin, el Viagra, las máquinas Nespresso o el Velcro son buenos ejemplos de ello.
Un pequeño tratado de sabiduría que nos muestra el camino hacia el auténtico éxito. Porque el error es la manera humana de aprender, y hay que reivindicarlo.

« Hay victorias que solo se obtienen
perdiendo batallas»

Introducción
(…) el fracaso no contiene una virtud, sino muchas.
Hay fracasos que fortalecen la voluntad y otros que permiten su relajación; los fracasos que nos procuran la fuerza para perseverar en la misma vía y los que nos dan impulso para cambiarla.
Están los fracasos que nos vuelven más combativos, los que nos hacen más sabios, y luego están los que nos devuelven la disponibilidad para hacer otra cosa.

(…) al equivocarnos, al fracasar, manifestamos nuestra verdad humana (…) podemos fracasar porque somos hombres y porque somos libres: libres para equivocarnos, libres para corregirnos, libres para progresar.

«Más de uno no puede librarse de sus propias cadenas ha sabido
sin embargo
liberar a su amigo de ellas»
Nietzsche

Fracasar es una oportunidad de aprender, esa es una máxima en la creo firmemente, que defiendo. Ahora bien, no todos los fracasos generan aprendizaje, tenemos que saber balancear el fracaso en su medida y no personalizarlo.

Podemos fallar infinidad de veces en un proyecto, pero no ser un fracasado. Es otra de las cosas que tenemos que tener claro. Ojo con personalizar el fracaso en la persona o el equipo ¿Disponían de los medios, la tecnologia, los recursos? ¿Estaba el mercado maduro para adoptar el producto? ¿Llegamos en el momento idóneo al mercado? ¿Se contaba con el apoyo de la dirección?

No banalicemos el fracaso, tampoco lo subestimemos. Todo tiene su justa medida. Si tengo claro que para avanzar, innovar, crecer, mejorar, escalar… hay que fracasar, aprender, y volver a la cumbre con las lecciones aprendidas, habiendo aplicado dosis de aprendizaje generado.

« Fail fast, learn fast»
[Fracasar deprisa, aprender deprisa]

(…) démonos, pues, prisa en fracasar, porque así nos encontraremos frente a la realidad mejor que a través del éxito (…)

(…) vale más un fracaso rápido y rápidamente rectificado que ningún tropiezo (…)

(…) hay que haber fracasado para saber que de eso se sale (…)

(…) la experiencia del fracaso es la experiencia de la vida misma. En la borrachera del éxito tenemos a menudo la sensación de flotar (…) en el fracaso, por el contrario, chocamos con una realidad que no conocíamos y que nos vapulea (…) cuanto más deprisa fracasamos, antes la afrontamos. Esa es la condición del éxito.

«La vida es experiencia;
cuantas más experiencias,
mejor»
Ralf Waldo Emerson

(…) el error corregido se convierte para el sabio en el único camino para descubrir la verdad (…)

«Una larga serie de éxitos no prueba nada
cuando el fracaso de una sola comprobación 
experimental prueba que aquello es falso»
Albert Einstein

(…) el sabio antes que nada es alguien que sabe equivocarse (…)

«Errar es humano;
perseverar;
diabólico»
San Agustín

(…) el fracaso es lo contrario del éxito, pero es un contrario que el éxito necesita (…)

«He fallado 9.000 tiros a canasta a lo largo de mi carrera. He perdido casi 300 partidos; 26 veces confiaron en mi para introducir la canasta de la victoria y fallé. He fracasado una y otra vez en mi vida. Esa es la razón por la que he tenido éxito»[i] (…) sin fuerza de negación no puede haber fuerza de afirmación.

La lección de humildad que nos ofrece el fracaso es la ocasión de medir nuestros límites, mientras que el delirio narcisista o la ilusión de omnipotencia nos alejan de esa toma de conciencia.

(…) los sabios son personas muy humildes (…) fracasan constantemente porque se pasan la vida corrigiendo falsas intuiciones y dejan nunca pasar de largo la ocasión de curarse de la arrogancia o del fantasma de la omnipotencia (…)

(…) el fracaso nos hace humildes y esa humildad es con frecuencia el comienzo del éxito.

«No os inquietéis por vuestros apuros en matemáticas,
que los míos son muchos peores»
Albert Einstein

El fracaso nos hace más humildes, la humildad nos vuelve sabios y esa sabiduría puede hacernos ganar.

(…) creer es dudar, es soportar la duda hasta el fondo del alma.

«Dios mío, 
dame fuerzas para aceptar lo que no puedo cambiar, 
la voluntad de cambiar lo que puedo cambiar, 
y la sabiduría de saber distinguir lo uno de lo otro»
Marco Aurelio

Lo opuesto a la sabiduría es seguramente la negación de la realidad. Atascarse en la negación del fracaso es la manera más segura de no sacar ningún provecho de él (…)

« ¡He perdido!
pero ahora sé lo que quería saber»
Roger Federer

«Yo nunca pierdo;
o gano o aprendo»
Nelson Mandela

(…) la primera virtud del fracaso es recordarnos los límites de nuestro poder (…)

(…) serendipity, designa esa capacidad de encontrar aquello que no buscamos (…)

(…) cuando nos enfrentamos al dolor del fracaso nos da la impresión de que no valemos para nada. Como vivimos en países donde la cultura del error está muy poco desarrollada, confundimos «haber fracasado» con «ser un fracasado». Confundimos el fracaso de nuestro proyecto con el fracaso de nuestra persona (…)

«El fracaso está en los fundamentos del éxito»
Lao-Tse

(…) el gran hombre debe ser capaz de sobrepasar los límites de su saber atreviéndose con actos intuitivos, con decisiones (…)[ii]

(…) el audaz conoce el miedo, pero lo convierte en motor (…) al impulsivo le gusta el riesgo; el audaz tiene sentido del riesgo.

(…) «La fortuna ayuda a los osados»[iii]. Los ayuda porque la provocan: se provocan a sí mismos, provocan su talento.

«Actuar como un primitivo,
prever como un estratega»
René Char

Aprender a atreverse es aprender a no atreverse a todo, es atreverse cuando hace falta, cuando las necesidades de la acción exigen ese salto por encima de lo que sabemos (…)

(…) cada día que pasa es una amenaza a la obsolescencia (…)

Cuatro ejes de una metodología para aprender a atreverse:
● acrecentar la propia capacidad,
● admirar la audacia de los demás,
● no ser demasiado perfeccionista
● y acordarse de que el fracaso sin audacia duele mucho más.

«Enseñar no es llenar una vasija,
es encender un fuego»
Montaigne

(…) el ideal de nuestra escuela es el alumno completo, aplicado, «dentro de la norma». Se prefiere a los alumnos buenos en general. Los de perfiles atípicos, brillantes acá, flojos allá, interesan menos.

«Nunca reforzar los puntos débiles,
reforzar siempre los puntos fuertes»
Julien Gracq

Si es verdad que uno tiene que trabajar los puntos débiles para que no se conviertan en incapacitantes, hay que «reforzar sobre todo los puntos fuertes», apostar por el propio talento.

Si sabes meditar, observar y conocer
sin ser nunca escéptico o destructor
soñar, pero sin dejar que tu sueño te domine
pensar, sin ser solo un pensador.[iv]

En una visión audaz de la existencia, el saber debe presentarse desde el comienzo como algo que aspira a ser sobrepasado, los conocimientos como algo que delimita una zona de confort de la que habrá que salir.

(…) una vida exitosa es una vida plagada de preguntas (…)

«Si habéis venido por Purple Rain,
os habéis equivocado de puerta;
lo que cuenta no es lo que ya sabéis,
sino lo que estáis dispuestos a aprender»
Prince

Si puedes encontrar Triunfo tras Derrota
y recibir a esos dos impostores de la misma manera,
si puedes conservar tu arrojo y tu cabeza
cuando todos los demás lo hayan perdido…[v]

(…) «Triunfo» nos miente tanto como «Derrota» en cuanto le consentimos que nos resuma, que nos defina, que nos encierre (…)

«Mantén tu arrojo y tu cabeza
cuando los demás la pierdan»
Toni Nadal

(…) la fuerza de los más grandes: cuestionarse uno mismo en medio de la vorágine de la victoria.

«Stay hungry, stay foolish!»
[¡Mantente hambriento, mantente alocado!]
Steve Jobs

Sacarle partido a los éxitos de uno es comprender que deben ser superados tanto como los fracasos.

«Semejante victoria me reportaría muy poco honor: venciendo sin peligro no se triunfa con gloria»[vi]

Si las victorias fáciles son «triunfos sin gloria», dan menos alegría que los éxitos difíciles, arrancados con dolor. Las dificultades de la conquista nos permiten estimar su precio.

Nuestros fracasos son botines, a veces incluso son verdaderos tesoros. Hay que asumir el riesgo de vivir para descubrirlos, y compartirlos para llegar a valorarlos.

«El hombre es el único animal cuya acción es insegura,
que duda y anda a ciegas,
que hace proyectos con las esperanza
de triunfar y miedo a fracasar»
Bergson


Link de interés

«Se aprende poco con la victoria
y mucho con el fracaso» 
Proverbio japonés

Recibid un cordial saludo


[i] Michael Jordan
[ii] Aristóteles
[iii] Virgilio en la Eneida
[iv] Rudyard Kipling
[v] Rudyard Kipling
[vi] El Cid de Corneille