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viernes, 24 de noviembre de 2023

¿Qué hacemos con los humanos? Por qué los robots, la inteligencia artificial y los algoritmos representan una amenaza para la supervivencia del ser humano

Estimad@s amig@s

Sinopsis

Una reivindicación humanista de la libertad frente al totalitarismo tecnológico.

¿Estamos a las puertas de un apocalipsis digital? ¿Perderá sentido o será sustituida o abolida definitivamente nuestra herencia espiritual acumulada a lo largo de milenios? ¿Estamos al final de nuestra civilización y desconocemos cómo será la que venga, así como el papel que tendremos en ella? ¿Nos conducen las nuevas tecnologías, los algoritmos y la inteligencia artificial a una especie de estado policial donde todos formaremos parte de una gran mente colectiva? ¿Dejaremos de actuar como individuos responsables y libres, esclavizados y vigilados por aparatos sin los cuales ya no podremos vivir?

Para el escritor, profesor y humanista César Antonio Molina, los mayores desafíos contemporáneos no provienen únicamente de las graves crisis ambientales, las amenazas de las guerras nucleares o las olas de renovados autoritarismos. Hay otro añadido que pone en grave riesgo existencial a la humanidad: la soberbia científica y el, hasta ahora, incontrolable desarrollo tecnológico en manos privadas desaprensivas.

¿Estamos preparados para sobrevivir a la mayor revolución tecnológica de la historia? ¿Qué hacemos con los humanos? es un intento de dar respuesta a este gran interrogante y una llamada de atención para preservar nuestra civilización, nuestra cultura, nuestras democracias, nuestras libertades y nuestro espíritu crítico.

 

«Las batallas que se están dando son como las antiguas:

ganar terreno sólo que ahora dentro de un terreno invisible»[i]

 

Introducción

¿Qué será de nuestra secular herencia espiritual? ¿Perderán sentido todos nuestros principios y valores éticos, morales, creadores, emocionales, sociales o económicos? ¿Acaso alguien se acordará de que hubieran existido? ¿Nos encontramos frente aquello que Kant denominó como “eutanasia de la razón”? ¿Estamos en una tremenda aceleración de la historia que acabará llevándonos por delante sin conmiseración? (…)

(…) las máquinas ya toman muchas decisiones por nosotros. Confundimos una supuesta seguridad con la libertad (…)

A la inteligencia artificial, los robots o los algoritmos, ¿los controlamos aún los seres humanos, o ya hay firmes indicios de que ellos han aprendido lo suficiente como para empezar a confundirse con nosotros tanto en nuestros sentimientos y emociones como en raciocinio? (…)

 

La libertad, como derecho y palabra, no existe en la Singularidad y, menos aún, el espíritu crítico (…) todo se nos daría gratuitamente a cambio de ceder nuestra individualidad (…) ¿Quién puede pagar todo esto y a todos los humanos? ¿Qué sucederá con la mayoría de los seres sobrantes? (…)

 

(…) estamos en peligro por el desarrollo de la robótica, los algoritmos y la inteligencia artificial (…) ¿Todo es tan malo y pernicioso? (…) la diferencia entre la inteligencia humana y la artificial se va reduciendo a pasos agigantados. ¿Podrá la inteligencia humana seguir gobernando a la otra? ¿Vamos camino de esa unión de los humanos con los ordenadores y los robots? ¿Estamos al borde de convertir al ser humano en lo que denomino “centauro tecnológico”? ¿Cuándo esto se produzca habrá que cambiar la propia noción de humanidad? ¿Las máquinas controlarán nuestros pensamientos o viceversa? ¿Podrán estar interconectados varios cerebros con un sinfín de instrumentos especializados? (…) ¿Estamos poniendo en practica una idea nietzcheana[ii] del Superhombre? ¿Las grandes corporaciones que se enfrentan a los Estados, los amenazan y no tributan a sus haciendas públicas son ya más poderosas que la propia política? ¿Bajo la idea del progreso y el paraíso terrestre generalizado nos están preparando en Estado policiaco?

 

(…) ¿Habría o habrá una nueva especie humana híbrida que desplazaría al Homo sapiens por el (…) Homo Deus, una unión de Homo sapiens con la inteligencia artificial? La ciencia y las tecnologías son hoy en día ¿aliadas o enemigas del ser humano? (…)

¿Es este ya nuestro mundo? (…) el cambio tecnológico es más rápido que la realidad del ser humano para adaptarse a éste. Ningún estado totalitario llegó a semejante control de sus ciudadanos (…) ¿Qué será del ser humano que tenga cada vez menos funciones, sobrante, inútil, sin trabajo, sin ingresos, sin dignidad? (…)

 

Y el mundo de Internet, ¿será ya un territorio inconmensurable y sin ley? ¿Será Internet un lugar para el activismo político transgresor o para la desobediencia civil? ¿Habrá sido abolido o censurado o tomado por esos mismos poderes transgresores? ¿Y el mundo de la nube a quién pertenecerá? ¿Será a lo mejor uno de los pocos lugares que, todavía, permanezcan liberados?

 

(…) hasta ahora el ser humano ha construido su existencia pensando en la muerte. Éramos seres para la muerte, la vida era un entrenamiento para no tenerla y enfrentarnos a ella con dignidad (…) y ese vivir indefinido, ¿a qué nos conduciría? ¿Vivir entonces para qué? ¿Ser infelices eternamente? ¿Estar solos eternamente sin esperar nada? (…) ¿Nos entregamos únicamente al placer que una máquina nos pueda dar a nuestro requerimiento? ¿Y el alma? ¿Y la alegría, el miedo extirpado y las emociones? ¿Vivir conectados a un placer que nos procuren las máquinas sin afectos personales o familiares? (…)

(…) ¿Podría tener conciencia una máquina? ¿Los humanos son algo más que máquinas bilógicas? (…)

 

(…) ¿Qué es el ser humano hoy? ¿Cuál es el papel en el mundo del ser humano? ¿Qué es el amor? ¿Pervivirá en el tiempo nuevo? (…) ¿Quién cuida de la soledad del cuidador? (…) ¿Quién cuida de la soledad del robot? (…) ¿Cuál es el futuro de quienes quedan marginados y la tienda ya no los quiere? (…)

 

(…) “no se llame libre al que nace con libertad, sino al que muere con ella”[iii] (…) “sólo merece la libertad, lo mismo que la vida, el que tiene que conquistarla día a día”[iv] (…) ¿Estamos luchando denodadamente por mantenerla?

(…) ¿Qué cosas nuevas sustituirán a estas ancestrales por las que nos hemos regido durante tantos siglos? ¿Valdrá la pena seguir viviendo? ¿Habrá todavía humanos o estarán en un zoológico? ¿Qué otros motivos se inventarán para dar sentido a la vida? ¿Quién definitivamente controlará y promoverá todo esto? (…)

 

«Mire vuestra merced -respondió Sancho-

 que aquellos que allí se parecen no son gigantes,

 sino molinos de viento,

 y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que,

 volteadas del viento,

 hacen andar la piedra del molino»[v]

 

El título del libro de César Antonio Molina ¿Qué hacemos con los humanos?, nos debería de incomodar y provocarnos preguntas:

¿El ser humano estorba a la inteligencia artificial?

- ¿Por qué?

― ¿A la inteligencia artificial le estorba el ser humano?

- ¿Por qué?

¿Qué papel están llamadas a jugar las próximas generaciones, cuando todas las decisiones y lo trabajos los realicen los algoritmos?

 

¿Qué está haciendo lo digital con nuestras mentes, además de volvernos cada día más prescindibles?

¿Somos congruentes en nuestra manera de actuar? Llevamos desde tiempos inmemoriales defendiendo el pensamiento crítico de la persona, pero ahora cada vez que tenemos que preparar una conferencia, clase, sesión, abrimos la computadora y le pedimos a ChatGPT o similar que nos haga el trabajo.

 

“La idea del progreso no puede existir sin la de la humanidad”[vi], no me considero un negacionista de las tecnologías emergentes, más bien todo lo contrario, lo que si niego de manera categórica es que la tecnología destruya la creatividad del ser humano. Hemos tardado siglos en construir una sociedad del conocimiento para permitir que lo artificial puede relegar a la persona. El progreso tecnológico no destruye puestos de trabajo. El aprendizaje automático, la robótica y la automatización sí (…)  

 

El director ejecutivo de OpenAI, Samuel Altman, confesó ante el Senado de los Estados Unidos de América que su mayor preocupación era “causar un daño significativo a la humanidad”. ¿Estamos nosotros preocupados como directivos, profesores, mentores, padres de familia…?

 

César Antonio Molina ha conseguido escribir un libro lleno de preguntas pero con pocas respuestas. Deberíamos ser capaces por nosotros mismos de encontrarlas. 


Una obra para todo aquel que tenga curiosidad por explorar el papel que estamos llamados a ocupar los humanos en la era de la inteligencia artificial. No tenga miedo a hacerse preguntas y encontrar contradicciones entre el ser y actuar.

 

«Toda escritura es collage y glosa, cita[vii] y comentario.

Escribir siempre es reescribir,

 pero jamás copiar»[viii]

 

(…) ¿Podrán crearse otros oficios que el ser humano aún pueda llevar a cabo? ¿Cuáles? Programadores, expertos en seguridad, reparaciones, ingenieros, diseñadores, consultores, expertos publicitarios. Todo absolutamente todo, está en peligro.

 

(…) Descualificación[ix] pérdida de competencias y capacidades (…) ¿Quién necesita escribir a mano? El ordenador ya lo hace. ¿Quién necesita conocer la ortografía? El ordenador ya lo hace. ¿Para qué tener el carnet de conducir? Los coches ya serán automáticos[x] (…) ¿Para qué necesitamos saber idiomas si las máquinas traducen simultáneamente? Cuanta más tecnología exista más dependeremos de ella y más desconocimiento de nosotros mismos tendremos.

 

El embrutecimiento digital erosiona la democracia con gran eficiencia y vuelve obsoleto todo debate. El empobrecimiento del lenguaje en los medios oficiales es tremendo y, muchas veces, no es un lenguaje de la conciliación sino de la confrontación (…)

 

(…) ¿Qué será del ser humano sin trabajo? ¿De qué manera podrá definirse si ya no se tiene una profesión, una dedicación, una utilidad? (…) estamos en manos de los algoritmos y los robots (…) traerá una grave crisis existencial de dimensiones desconocidas (…)

(…) ¿Qué pasará con la explosión demográfica en continentes como África y Asia? (…) Herfried Münkler se refiere a la democracia como una maquinaria lenta, para ralentizar la toma de decisiones. ¿Es necesario un dictador, un tirano, entonces, para acelerar las decisiones?

 

«Nosotros,

las civilizaciones,

 sabemos ahora que somos mortales»[xi]

 

¿Qué hacemos con los humanos?

Por qué los robots, la inteligencia artificial y los algoritmos representan una amenaza para la supervivencia del ser humano

César Antonio Molina

DEUSTO

 

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El Metaverso: Y cómo lo revolucionará todo

 

«La voz del paciente deviene la vocación del médico.

 Y, entonces, en el encuentro de dos personas interviene el mito.

 El médico y el paciente empiezan a soñar el mismo sueño milenario.

Juntos aprenden el camino en busca del elixir de la vida»[xii]

 

ABRAZOTES


[i] Max Weber

[iii] Petrarca

[iv] Goethe, en el Acto V de Fausto II

[vi] Adorno en su Dialéctica de la humanidad

[vii] “Citar a alguien es hacer su elogio”, Aulo Gelio (Noches áticas)

[viii] César Antonio Molina

[ix] Deskilling

[x] Sería más apropiado hablar de vehículos autónomos

[xi] Paul Valéry

[xii] Dr. Szczeklik en Catarsis

miércoles, 25 de octubre de 2023

El dilema de la IA

Estimad@s amig@s

Sinopsis

Para algunos, la Inteligencia Artificial es un progreso inevitable y benéfico. Para otros, un peligro, que se alía con el cerebro y luego podría llegar a sustituirlo. ¿Dónde se encuentra la línea roja en el uso de una herramienta de semejante potencial?

El entorno ético depende más de la suma de actitudes individuales que de las advertencias legales. Se hace indispensable la reflexión sobre el sentido de la vida humana y la promoción de una cultura humanística, que ayuden a contemplar los grandes avances desde el pensamiento crítico y no solo desde la euforia.

 

«Una sola cosa es el pensar

 y el ser»[i]

 

Prólogo

La inteligencia artificial ocupa ya un lugar en el debate internacional y, como ella misma lo alimenta, lo retroalimenta y lo desarrolla, será uno de los temas recurrentes de ahora en adelante. Es vista por unos como un progreso inevitable y benéfico. Por otros como un potencial arma de confusión e incluso de peligro para el mundo del trabajo y la creación artística. Algunos prevén una creciente inserción de IA en las armas, con consecuencias imprevisibles, y llegan a compararla con los armamentos nucleares.

 

(…) manido tópico, la IA ha venido para quedarse. De lo que se trata es de dilucidar cómo se pueden aprovechar sus posibilidades, eliminando o al menos disminuyendo sus posibles peligros.

 

«La peor lucha es la que no se hace»[ii]

 

¿Cómo le damos respuesta al dilema de la IA?

¿Quién tiene que darla?

-     ¿Por qué?

 

¿Qué podemos hacer liderar o regular?

¿Qué debemos hacer? Creo que ser éticos, tener campo de visión amplio, acotar el impacto que puede provocar la IA.

 

La regulación tiene unos plazos y el desarrollo otro, acompasarlo puede ser a costa de perder el tren ―aunque ya es difícil coger la velocidad de China y Estados Unidos.

 

Rafael Gómez Pérez en este breve ensayo pone sobre la mesa el debate que debemos tener, no creo que sea beneficioso aparcarlo o delegarlo. Cada empresa deberá dar pasos adelante o atrás de manera consiente en cómo quiere adoptar la IA en su negocio. El mejor consejo que podemos ofrecer ante éste dilema es que actuemos de manera ética.

 

«Nuestras convicciones más arraigadas,

 más indubitables, son las más sospechosas.

 Ellas constituyen nuestro límite,

 nuestros confines, nuestra prisión»[iii]

 

(…) el ser humano ha sido hasta ahora la forma más inteligente que la humanidad ha conocido, así que el reto que hoy se encara es otra forma de inteligencia altamente superior en sus habilidades de comparación con el cerebro humano. Esto es un desafío si su programación no es ética o amable, pero tambien es una oportunidad porque sin la IAG[iv] la humanidad no sobrevivirá. En algún momento seremos aniquilados por una fuerza natural o por nuestra propia falta de inteligencia a la hora de desarrollar una estrategia que resuelva nuestros problema.

 

(…) se espera que la IA desempeñe un papel cada vez más importante en la creación de nuevas tecnologías y en la solución de problemas complejos.

(…) desafíos, para garantizar que la IA se utilice de manera ética y responsable (…) protección de la privacidad y la seguridad de los datos, así como la prevención de la discriminación y el sesgo en los algoritmos de la IA.

 

(…) un buen uso de la IA puede convertirse en una nueva forma de pensamiento crítico.

 

(…) los sistemas de IA pueden estar sujetos a sesgos inherentes debido a los datos de entrenamiento utilizados para enseñarlos. Si estos datos contienen sesgos, la IA puede perpetuar y amplificar la discriminación existente en la sociedad en áreas como el empleo, la vivienda o el sistema judicial.

 

En el desarrollo de la IA se debería tener en cuenta, y eso es una exigencia ética, que solo se “triunfa” sobre el ser humano obedeciéndolo en aquello que lo hace mejor y no en lo que la empeora. Lo que hace mejor el ser humano son los hábitos (…) buenos ―virtudes: justicia, moderación, generosidad, prudencia, valentía, humanidad. Y lo que hace al ser humano peor son los pecados y los vicios.

(…) soberbia, arrogancia, creerse más que nadie (…)

 

«Pocas veces pensamos en lo que tenemos;

pero siempre en lo que nos falta»[v]

 

El dilema de la IA

Rafael Gómez Pérez

RIALP


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Yo, robot

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La era del diamante: Manual ilustrado para jovencitas

Robot apocalypse

Maquinas cómo yo

Klara y el sol

Organizaciones exponenciales

Inteligencia Artificial

Inteligencia Artificial: Lo que todo el mundo debe saber

Ética para máquinas

• Inteligencia Artificial: Cómo cambiará el mundo (y tu vida)

Manual práctico de inteligencia artificial en entornos sanitarios

 

«Lo bello es raro»[vi]

 

ABRAZOTES


[i] Parménides

[ii] Karl Marx

[iii] José Ortega y Gasset

[iv] Inteligencia Artificial Generativa

[v] Schopenhauer

[vi] Platón

viernes, 25 de febrero de 2022

Infinitos heridos: El rescate de los vulnerables

Estimad@s amig@s

Sinopsis

Infinitos heridos son todos los seres humanos vulnerables. Somos muchos porque todos lo somos: los capacitados y los discapacitados, los sanos y enfermos, los niños y los ancianos, los jóvenes y adultos. También los que se consideran héroes lo son. La patria de los humanos es la vulnerabilidad, condición y hábitat natural de la existencia, nuestro traje original. En palabras de MacIntyre “todos pertenecemos a la escala de la discapacidad por la que subimos y bajamos a lo largo de la vida”. Con similares palabras sostiene Nussbaum “que los humanos vamos entrando y saliendo de fases de indefensión e interdependencia mutua y nadie lograr vivir al margen de esa inevitable gradación. La vulnerabilidad iguala a todos los hombres en dignidad. Los seres humanos son, en general, discapacitados: mortales, cortos de vista, de piernas débiles, con serios problemas de espalda y cuello, escasos de memoria...” El único modo de seguir sobreviviendo es la mutua ayuda, el cuidado, la solidaridad universal y la responsabilidad ética de unos por otros.

Tras la imprevisible pandemia de la COVID 19, las personas ancianas, los enfermos graves, los discapacitados (los más vulnerables) se han visto desprotegidos y, en algunos casos, excluidos de un atento cuidado. En una sociedad en la que prima la calidad de vida y el rendimiento, preocupa que las manifestaciones de vulnerabilidad se consideren indignas para la propia persona y una carga para los otros. Propongo un rescate de la dignidad de la vulnerabilidad encarnada en aquellos se encuentran en situaciones de enfermedad grave, y, sobre todo, al final de la vida.

Ante situaciones globales de crisis sanitarias la supervivencia radica en la solidaridad, no en la soledad. Aunque muy pronto alcanzaremos la inmunidad de rebaño, la verdadera emergencia sanitaria no consistirá en suprimir toda enfermedad y prevenir todo contagio. Más bien, lo urgente será mitigar la fragilidad humana mediante el cuidado propio y mutuo. Nos inyectarán en masa un remedio médico, pero precisamos a la vez del bálsamo paliativo del consuelo y del acompañamiento. El verdadero peligro que se cierne sobre la humanidad no es la amenaza pandémica, ni el peor confinamiento encerrarnos en casa. El riesgo de extinción reside en vivir sin sentido y aislados –desvinculados unos de otros–, sin tender hacia una plenitud mayor que la mera vida sana y productiva. El individualismo en nuestras sociedades se ha convertido en el virus más difícil de vencer. Y, sin duda, la mejor estrategia consistirá siempre en ser fieles a nuestra naturaleza vulnerable y necesitada de relacionalidad, fieles a nuestra esencia fraterna.

 

«La fragilidad del vulnerable

exige el deber de cuidarlo»

 

Prólogo

(…) alguien ha de ser la voz de los más vulnerables, de los pequeños, de los ancianos, de los enfermos, de los que no encajan en una sociedad obsesionada por la productividad y el placer (…)

 

(…) alguien ha de escribir a favor de los vulnerables, que hemos sido, que somos y que acabaremos siendo todos nosotros. Porque la vulnerabilidad es parte de la humana naturaleza (…)

 

(…) cuando se reconoce que la vulnerabilidad forma parte de la naturaleza humana, entonces sabemos, como supo en su día San Lorenzo, que ellos, los más débiles, son, en efecto, nuestros tesoros (…)

Todos tenemos la obligación moral de mitigar la vulnerabilidad humana, la propia y la del prójimo (…)

Alfredo Marcos

 

«Ya no controlo mi vida,

me controlan»

 

¡Todos somos vulnerables! Lo podemos negar, aceptar, obviar, interiorizar y un largo etcétera, pero la verdad es rotunda y la vulnerabilidad tarde o temprano volverá a nuestras vidas.

 

Tenemos que prepararnos para cuando ese momento vuelva. Debemos borrar de nuestra mente ese individualismo radical que día a día esta sociedad del “todo happy” nos está inoculando. Rescatar a los vulnerables es rescatarnos a nosotros mismos, es como hacer un viaje al futuro. Cuidemos a las personas como nosotros querríamos ser cuidados.

 

Pensemos de manera más humana, generosa, cuidemos ―acojamos, al vulnerable, no lo obviemos, cuidar nos hace más humanos, mejores personas; mejores personas, nos ayuda a construir una mejor sociedad; una mejor sociedad, nos ayuda a construir un mejor futuro para las siguientes generaciones.

 

«Nuestra autenticidad está más puramente esculpida

 por nuestros golpes y llagas,

que por nuestras laureadas coronas»[i]

 

 

Aceptar la fragilidad puede transformarse en un trampolín desde donde lanzarnos hacia arriba, por que lo más alto no se alcanza sin pasar por la nada, por la más bajo (…)

Nuestro destino es saber vivir o, mejor, saber convivir con fragilidades. Solo quien lo acepta, soportando la mayor de ellas ―la muerte―, sabe vivir y está dispuesto a lo máximo.

 

La biografía de cada hombre está atravesada por la vulnerabilidad, la precariedad, una “preciosa precariedad” (…) el ser humano “tiene un dentro” y “un fuera” y, en ambos, experimenta la indigencia, constata los riesgos que corre su vida y lo lejos que está de la perfección o de la realización personal.

 

(…) porque ser vulnerable “es parte de lo que consiste ser hombre” y, por tanto, vulnerable, se es siempre y no algunas veces o un poco. Representa un estatuto permanente en el ser humano y no una opción aplazable a los últimos años de la vida o a determinadas circunstancias desfavorables.

Vivir es ser vulnerable, y la aparición de enfermedades llover sobre mojado. Seguimos siendo hombres ―la misma persona― cuando enfermamos y cuando morimos (…)

 

(…) se están generando promociones de niños inexpertos ―incultos― en el arte de ser frágiles y de convivir con otros frágiles, para ayudarse mutuamente a superar las dificultades de la vida. Por temor a traumatizarlos, se les evita que crezcan y se formen en la cultura del esfuerzo que exige un constante sacrificio para superar los obstáculos que ofrece la vida (…)  crecen jugando en jardines de goma espuma, estregándolos a un mundo fácil que ya ha decidido qué hacer con ellos y cómo manipularlos, en donde la ley que impera es la del placer y el deseo, con derecho a satisfacerlos (…)

 

(…) evitar dañar consiste en desplegar la ternura por medio de caricias sobre el bebé y sobre el anciano enfermo. Representa el único modo de acercarse a la fragilidad humana y tocarla (…)

 

La vulnerabilidad da fundamento a la ética del cuidado: te cuido porque eres vulnerable y porque todos lo somos, dependemos unos de otros (…)

 

La ética del cuidado[ii] propone buscar el bien del otro vulnerable pero bajo la condición de la gratuidad, sin necesidad de esperar nada a cambio, sin recompensas (…) cuidar consiste en una apertura existencial ―no selectiva― hacia todos los que se sienten necesitados, creando vínculos con todos ellos (…)

 

(…) la consideración del anciano enfermo como un subproducto humano, resultado de una fase física y cognitiva degradante, nos hace plantearnos si no estamos ya ante la instalación de una nueva fobia social: la gerontofobia[iii] (…)

Tratar la ancianidad como un disvalor social genera en primer lugar su invisibilidad y, al mismo tiempo, una desigualdad con respecto a los que aún no han llegado a ella (…)

 

Mirar al que sufre requiere tiempo, pararse. No hay compasión sin tiempo: no hay verdadero cuidado con prisas (…)

 

Mirar a un enfermo grave que ya no puede expresarse es hablarle con los ojos, convirtiendo la mirada la mirada en una plegaria que lo acoge (…)

 

Sentirse cuidado cuando uno sufre por su vulnerabilidad, por estar enfermo o desahuciado, es encontrar una casa para la propia fragilidad, un hospicio en donde poder habitar en ella y sobrellevarla (…)

 

El que decide no cuidar al otro se convierte en un ser injusto ―inmoral― y con su dejación de ese deber natural desprotege la vida humana (…) la incapacidad de reconocer a los semejantes implica el desconcierto de uno mismo ―más todavía: la escasez de “uno mismo”― (…)

 

(…) la calidad humana y moral de un país y de sus dirigentes, la nobleza de un pueblo y de sus habitantes se mide y se prueba por el cuidado compasivo de sus ciudadanos más frágiles (…)

 

«La fragilidad del vulnerable

exige el deber del cuidado»

 

Infinitos Heridos

El rescate de los vulnerables

Emilio García Sánchez

Dykinson

 

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Happycracia: Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas

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¡DESPERTAD! Transhumanismo y nuevo orden mundial

 

«El anciano no es un enemigo.

El anciano somos nosotros:

dentro de poco, dentro de mucho,

inevitablemente de todos modos,

inevitablemente si no lo pensamos.

Y si no aprendemos a tratar bien a los ancianos,

así nos tratarán a nosotros»

Papa Francisco

 

Recibid un cordial saludo