Estimad@s amig@s
Sinopsis
Con frecuencia buscamos en
la Grecia y Roma clásicas enseñanzas para vivir el presente, olvidando que
también la Edad Media tiene mucho que mostrarnos.
La Edad Media suele ser
percibida como una etapa oscura e irracional, un estigma heredado del relato
impuesto por el Renacimiento y la Ilustración.
Esta obra
rompe con este mito, pero va más allá y propone una nueva alternativa:
enfatizar los valores de esa sociedad que son más aprovechables para mejorar la
nuestra, beneficiándonos del legado dejado por esos gigantes, algunos de ellos
citados en esta obra: Agustín, Benito, Carlomagno, Hildegarda, Leonor de
Aquitania, Bernardo, Abelardo, Tomás, Alfonso el Sabio, Giotto, Dante, Catalina
de Siena, Christine de Pizán y tantos otros.
Jaume Aurell rescata las
aportaciones fundamentales de este período histórico, y nos propone un decálogo
de enseñanzas para nuestro tiempo. Valores como el hábito contemplativo, lo
práctico de no ser práctico, el respeto por el misterio, la lealtad y la veracidad,
la aspiración al heroísmo, la reforma sobre revolución, el aprecio por la
tradición, el sentido lúdico de la existencia, el respeto por los clásicos o la
cortesía en el trato son redescubiertos como pilares esenciales de nuestro
presente.
Recuperar como propia una
época como la medieval es también recuperar la autoestima por nuestro pasado y
avanzar a hombros de gigantes.
«La vida es maestra en insinuar mucho más de lo que muestra»[i]
«Lo esencial es
invisible a los ojos»[ii]
(…) la modernidad, en su
objetiva grandeza, pero también en su utópica autogestión del progreso
ilimitado, ha demonizado una época quizá más limitada en sus medios, pero mucho
más realista en sus ideales, mucho más serena en su compenetración con los
ritmos del tiempo y mucho más capaz de contemplar la belleza de la naturaleza sin
intermediarios.
Cualquier persona que se
acerque a este periodo histórico sin prejuicios intelectuales ni complejos
modernistas encontrara miserias, como en cualquier otra época, pero también una
síntesis admirable bella y original de los cinco sustratos étnicos, culturales
y religiosos sobre los que se fundo Occidente: Jerusalén, Atenas, Roma,
Germania y el cristianismo. Fruto de esta asimilación creativa y de un
multiculturalismo del que tendríamos tanto que aprender, maduraron y se
consolidaron muchos valores de nuestra civilización que hoy reconocemos como
innegociables: la separación entre política y religión; la convicción de que la
verdadera religión es la que puede dar razón de todos sus mandatos y prácticas;
la consecuente pasión por la indagación humanista; la experimentación
científica y la fascinación artística; la compatibilización de un sentido
comunitario de la existencia junto con el reconocimiento de lo individual y lo
subjetivo; un profundo sentido de la dignidad de cada persona; la creación de
grandes espacios de orden surgidos por un amplio consenso y garantizados por el
Estado; la convicción de que puede existir un derecho de alcance universal que
esté por encima de cualquier privilegio, la construcción del estado del
bienestar que cuide los más desfavorecidos (…) un innegociable sentido de lo
estético, que es el mejor antídoto para la mediocridad y la superficialidad.
(…) se produjo un
cortocircuito (…) lo medieval se empezó a considerar como algo espurio, marginal,
grotesco, irracional (…) ajeno a los valores occidentales (…)
(...) si algo caracteriza a
este periodo histórico es precisamente los extremos, donde todo se magnifica, y
en contraste con nuestra época, la mediocridad no tiene cabida.
El Medievo (…) ha dejado una
herencia de valores negativos y positivos simultáneamente, no hay épocas en
esencia buenas o malas, sino una multitud de pequeñas acciones humanas que
acaban configurando la idiosincrasia de un periodo (…)
(…) es preferible la actitud
de aquellos que buscan aprender de la experiencia del pasado (…) que los que
están obsesionados en juzgarlo, habitualmente para esquivar su propia
responsabilidad (…)
(…) el código feudal (…)
dificultaba que se perpetrarán los desmanes que vamos cada día en las imágenes
que llegan in situ de los frentes de guerra (…)
(…) la historia es una
compleja realidad de idas y venidas, de claroscuros y altibajos, de desmanes y
sublimidades, de héroes y villanos, más que una línea ascendente donde lo nuevo[iii] (…)
es lo superior.
Como todo periodo histórico,
la Edad Media entrañaba luces y sombras, aciertos y errores, avances y
retrocesos, razones y sinrazones (…) herencias positivas y negativas. Todas las
épocas tienen sus claroscuros. Son como la vida misma: ni de una claridad
cegadora, ni de una oscuridad tenebrosa (…)
«Horas non numero nisi
serenas»[iv]
“Somos enanos a hombros de gigantes. Podemos ver más y más lejos que ellos, no por la agudeza de nuestra vida ni por la altura de nuestro cuerpo, sino porque ellos nos aúpan por su gran altura”[v].
Ø ¿Tenemos identificados los gigantes que nos ayudan para conseguir aumentar nuestro campo de visión a largo plazo?
¿Qué valores nos hemos dejado en el camino y debemos recuperar?
¿Qué podemos aprender de la Edad Media?
La historia se repite, y
nosotros nos empeñamos en no leerla, estudiarla, comprenderla. Jaume
Aurell en Legado
de gigantes: un decálogo de valores medievales para nuestro tiempo escribe una obra para leer con perspectiva, despacio, entendiendo el entorno pasado
y presente, sin olvidar que podemos cambiar y qué debemos de mantener si o si, para
consolidar valores clave que a lo largo de la historia nos han acompañado.
«Nadie puede creer
sino aquello
que ha comprendido
previamente»[vi]
Hechura
(…) la Edad Media es una
época muy extensa (…) desde la caída del Imperio romano hasta Carlomagno, desde
Carlomagno hasta la peste negra, y desde la peste negra hasta el Renacimiento.
Cada una de ellas tuvo tres colectivos (…) los monjes en la primera[vii] (…)
los intelectuales en la segunda[viii] (…)
y los mercaderes en la tercera[ix] (…)
que constituyen la estructura básica para comprender el espíritu medieval.
(…) lo verdaderamente
relevante es la época medieval no era el nivel adquisitivo (…) la función de un
individuo realizaba en la sociedad; los monjes rezaban, los nobles luchaban, el
intelectual razonaba, el artista creaba, el monarca mandaba, y el mercader generaba
una actividad que desafío a todas las anteriores, sacando rendimiento a algo
tan aparentemente improductivo como el valor añadido de las transacciones e
incluso al dinero por el dinero (…)
(…) los aristócratas, y
sobre todo los nuevos burgueses enriquecidos por el desarrollo del comercio
(los nuevos ricos de aquel periodo), empezaron a preocuparse por la formación cultural,
intelectual y profesional de sus hijos, y por ello solían acudir a los centros
educativos desarrollados alrededor de las catedrales (…) algunos obispos
decidieron organizar centros especializados de conocimiento para estudiar las disciplinas
de teología, derecho y medicina. Así fue como surgieron las primeras
universidades, plenamente eclesiásticas y con una aspiración al saber universal
(…)
Cuánto tenemos que aprender
de esta sabiduría medieval en nuestro mundo tan sanamente obsesionado por la
sostenibilidad y la ecología, pero que a veces no sabe dar con la tecla
adecuada (…)
Ruptura
(…) algunos de los valores
fundamentales de la época medieval personificados en el cosmopolitismo de
Pablo, el racionalismo teológico de Agustín, la contemplación de Benito, el
misticismo de Bernardo, la lógica de Abelardo, el polimatismo de Hildegarda, la
racionalidad jurídica de Graciano, la caballerosidad del Mio Cid, el arte
sublime de Giotto, la poesía clásica de Dante y las ideas feministas de Christine
de Pizan (…)
Rehabilitación[x]
La paciencia y el buen hacer
(…) la mejor imagen (…) del espíritu contemplativo medieval (…)
(…) el marco medieval promovía
una filosofía que privilegiaba al ser sobre el parecer y la reflexión sobre la acción,
y esto contribuía a una mayor claridad en los mensajes y una mayor determinación
en las actualizaciones.
En la época de la posverdad y
las deslealtades, parece más necesario que nunca intentar rastrear los orígenes
de nuestras sociedades para ver si podemos aprender algo que nos pueda devolver
una parte de su sentido común (…)
Se ha desacreditado a la
Edad Media, con una cierta razón, por su tozuda apuesta por el tradicionalismo
(…) las sociedades deben armonizar su sentido de continuidad con el de la innovación
para poder avanzar (…)
Nos queda mucho que aprender
de la mentalidad lúdica de la Edad Media (…) los modernos nos lo tomamos todo
demasiado en serio, y nos cuesta entrar en esta lógica de la vida como juego (…)
«En última instancia,
no son los hechos los que nos convierten en lo
que somos,
sino las historias
que nos han contado y las historias que creemos»[xi]
Un decálogo de valores
medievales para nuestro tiempo
Link de interés
• No
digas nada "Una historia real de crimen y memoria en Irlanda del
Norte"
• La utilidad
de lo inútil: Manifiesto
• El
encuentro de cuatro imperios: El management de españoles,
aztecas, incas y mayas
• Egipto:
Escuela de directivos
• Livia:
La mujer más poderosa de Roma
• Roma:
Estrategia de un Imperio
• De
sabios y reyes: Lecciones de la historia clásica para Empresas Familiares
«Todo lo que no es tradición
es plagio»[xii]
ABRAZOTES
[i] Carmen Martín Gaite
[ii] Antoine de Saint-Exupéry
[iii] Ese es el origen etimológico de la
palabra “moderno”.
[iv] “Yo solo cuento las horas serenas”
[v] Bernardo de Chartres
[vi] Abelardo, la historia de mis
desgracias
[vii] Benito de Nursia
Pp., 55 (…) fue testigo directo de un mundo que se
desmoronaba y al que había que encontrar una alternativa viable (…) diseñar un
centro espiritual e intelectual ―La abadía de Montecasino― que funcionara como
antídoto a la dispersión política y el caos provocado por la desmembración del
imperio romano y las incursiones de los pueblos germánicos e islámicos.
Los monasterios benedictinos (…) constituían faros
religiosos y culturales fijos y sedentarios en un mundo cuyo subsuelo se
conmovía. Los monjes que los habitaban no solo ha llevar una vida austera y
contemplativa, sino tambien a permanecer en los mismos monasterios durante toda
su vida (…) fueron capaces de presentar un modelo plausible de eficaz
sedentarismo (…) sus abadías constituían
verdaderos centros neurálgicos de actividad religiosa, cultural y económica,
alrededor de los cuales se constituían comunidades rurales estables (…)
detuvieron la descomposición cultural, el descuartizamiento administrativo y la
descentralización política que amenazaba con perder la tradición recibida.
[viii] Pedro Abelardo
Pp., 63 (…) considerado por muchos como el primer
intelectual tal como lo concebimos hoy. Abandono el oficio de armas para
abrazar la regla benedictina (…) uno de los grandes promotores y genios de la
lógica, una de las disciplinas clave de la Edad Media, que conecto
posteriormente con la investigación científica moderna y la filosofía analítica
anglosajona contemporánea (…) más creativo que compilador. Concibió la
especulación teológica según el modelo clásico griego (…)
El método de los nuevos escolásticos ya no era únicamente
la exégesis
bíblica, sino la quaestio (la pregunta) […] el problema que se
plantea al lector a la hora de afrontar las palabras de la Escritura y de la
Tradición.
[ix] Marco Polo
[x] “Despacito y buena letra; el hacer
las cosas bien importa más el hacerlas”, Antonio Machado
[xi] Robert A. Rosenstone
[xii] Eugeni d`Ors
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