viernes, 2 de octubre de 2015

Las montañas siguen allí: La tragedia de los Andes contada como nunca por uno de sus protagonistas

Estimad@s amig@s

Sinopsis
Las montañas siguen allí rompe el silencio de uno de los supervivientes del accidente aéreo que tuvo lugar en Los Andes el 22 de diciembre de 1972; accidente al que sobrevivieron 16 de los 45 pasajeros tras 70 días en la montaña.
Cada superviviente tiene su historia y, tras más de 35 años de silencio, Las montañas siguen allí recoge la de Pedro Algorta: cómo se enfocó en las situaciones vitales más básicas para no desfallecer, cómo se integró en el grupo y las estrategias para sobrevivir.
A través de esta obra Pedro Algorta, además de relatar su vivencia durante esos 70 días, recoge la lucha por rehacer su vida con la montaña a cuestas, en su mochila, y sus reflexiones.

“Muchas veces he visto gente caminando en estado de shock despues de otros accidentes, sin entender lo que pasa. Así quede yo, totalmente conmocionado”

Prefacio
¿Por qué sobreviví yo y no alguno de mis hermanos de la montaña que estaban mucho mejor preparados o que podían haber hecho aportes mucho más importantes despues de sus vidas? ¿Cuál es la fuerza que nos hacía vivir un día más y que nos llevó hasta el final? ¿Cómo hicimos para conformar un verdadero equipo de trabajo cuando, en el fondo, lo que quería cada uno de nosotros era poder sobrevivir? ¿Dónde está hoy la montaña en mi vida? ¿Dónde está la cicatriz por las decisiones que tomamos para vivir? ¿Dónde está el duelo no hecho por mis amigos que no volvieron? ¿Cómo hicimos para soportar tanta tensión?

Algunas de estas preguntas tienen un inicio de respuesta y otras no porque ni yo mismo las sé.

Mi experiencia en los Andes fue un momento especialmente límite y difícil, de mucho trabajo, de dolor, oscuro, de vivir bajito, de estar en contacto con las manifestaciones vitales más básicas, de convivir con la muerte y de sobrevivir casi sin darme cuenta, de forma intuitiva. Mi vida después de lo ocurrido fue distinta, llena de oportunidades y realizaciones…

“… teníamos que empezar a hacer algo diferente. Debíamos sobrevivir y salir de allí por nosotros mismos.”

Con el paso de los días entramos en una rutina y nos fuimos acomodando a la montaña. Sin preguntarnos muchas cosas, el grupo funcionaba y empezó a estructurarse alrededor del trabajo. La actividad de atender a los heridos, de fabricar agua, de generar abrigo, de reparar el fuselaje del avión para que sirviese como refugio por la noche fue aclarando roles y presentando alternativas de organización

“Al final ya no quedaba otra cosa que no mismo. Y cuando cayó todo, cuando me quede solo, cuando ya no me puede aferrar a nada extremo; me agarre a lo único que me quedaba, a las ganas de vivir, a la necesidad de seguir vivo yo mismo.”

Lo nuestro fue increíble, extraordinario, pero vivido y hecho por un grupo ordinario. Cualquier grupo de personas, con las condiciones de edad y salud que nosotros teníamos, hubiera hecho lo mismo y, eventualmente, habría sobrevivido. Tú también lo podrías haber hecho si hubieras estado en nuestro avión. Nuestra ordinariez, en definitiva, enaltece al ser humano. Todos somos capaces de sobrevivir a nuestros Andes.

No podríamos haber sobrevivido de manera individual, lo nuestro fue una tarea grupal que surgió del deseo individual de supervivencia. Cada uno se quería salvar, pero nos necesitábamos y sabíamos que teníamos que trabajar juntos para tener posibilidades de sobrevivir. El instinto de supervivencia, esa sagrada pulsión, es individual pero de forma instintiva sabemos que tenemos que trabajar en grupo, de manera coordinada, para que cada uno tenga más posibilidades de salvarse.

La estructura de liderazgo y autoridad del grupo cuando éramos un equipo de rugby no sirvió para enfrentar la montaña. Tuvimos que cambiar y adaptarnos a lo que estábamos viviendo. Debimos hacernos cargo de nuestra nueva situación y, desde nuestras debilidades y fortalezas relativas, varias personas ejecutaron los actos de liderazgo necesarios para enfrentar los nuevos desafíos.

En la lucha por sobrevivir día a día, encontramos sentido a lo que nos pasaba. El trabajo activo, ir resolviendo los distintos desafíos como podíamos, con dificultades, peleas y tensión, nos mantuvo enfocados y estructurados como grupo y no nos desorganizamos.

Cada uno tiene su montaña, su propia historia. Entenderla nos permite unir los puntos y darle sentido a nuestro camino. Ser honestos y auténticos con ella, con quiénes somos, nos permite entregarla y proyectarnos hacia adelante.

“Son raras las veces en que una persona expone tanto de su ser, con palabras tan sinceras y cargadas de emociones. Mis recuerdos de haber compartido con Pedro en la montaña todos los sentimientos que un ser humano puede tener –amor, pena, angustia, dolor, ansiedad, miedo, felicidad y el nacer de nuevo– están muy logrados.”
Nando Parrado

Algunos de mis amigos escribieron cartas a sus madres y a sus novias. Yo simplemente no podía hacerlo. Al principio estaba muy conmocionado y no podía escribir. A medida que me fui recuperando, pude sintonizar con los demás pero ya nadie más pudo escribir… perdimos la capacidad de construir pensamientos complejos; escribir requería una capacidad de concentración que habíamos perdido y ya nos habíamos acostumbrado…

“La resiliencia no es la capacidad de recuperación,
es la capacidad de pasarlo mal,
de soportar lo indescriptible y no romperse.”

Haber sido siempre humanos, mantener esa esencia, nos permitió volver a la civilización y reinsertarnos de manera satisfactoria. Por otra parte, no teníamos cuentas que cobrar a diferencia de quienes vuelven de las guerras donde fueron maltratados y humillados, de quienes vuelven de los campos de concentración o de cualquier situación donde haya un ser humano como agresor. Nosotros solo teníamos enfrente a la naturaleza, hostil y agresiva, pero no a un ser humano.

“Perdóname, Pedro te habíamos dado por muerto.”

Mi padre me pregunto cómo nos habíamos alimentado, que habíamos comido. Lo miré con una sonrisa; creo que no dije mucho más. No sé si me entendió enseguida. Pero recuerdo que se puso pálido y me abrazó. No preguntó más, nunca más hablo del tema.

En la práctica lo que nos ha mantenido unidos ha sido la saga de la historia… lo que paso ya ocurrió hace muchos años y no alcanza. Los grupos necesitan objetivos presentes  para mantenerse unidos, si no se dispersan…

“… La adaptación requiere variedad para que se generen esas alternativas exitosas entre las miles que fracasan.”


LAS MONTAÑAS SIGUEN ALLÍ
La tragedia de los Andes contada como nunca por uno de sus protagonistas
Pedro Algorta
Lid editorial

Link de interes

“Están los héroes y los líderes. Los líderes son líderes en tanto en cuanto realizan actos de liderazgo. En nuestro caso hubo enormes oportunidades de liderazgo y todos, desde nuestras fortalezas y debilidades relativas, dimos un paso al vació para tomar un riesgo y producir un cambio, para que el grupo tomara conciencia de lo mal que estábamos y de todo lo que había que hacer.”


Recibid un cordial saludo

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