Estimad@s amig@s
Sinopsis
A principios de 1941, el
famoso octavo ejército británico estaba camino de la victoria en el norte de
África. Apenas unos meses después, el mismo ejército estaba al borde de la
derrota total y los alemanes ganaban una victoria tras otra, amenazando con
invadir Egipto y Oriente Medio.
Esta es la biografía del
hombre que planeó este gran giro de los acontecimientos, el mariscal de campo Erwin
Rommel, comandante del Afrika Korps alemán. El hombre
que quemó la orden de Hitler para ejecutar a los invasores británicos y
que dio a los prisioneros aliados la misma comida y tratamiento médico que a
sus tropas. El mismo general que personalmente llevó a cabo un reconocimiento
bajo el fuego enemigo yendo en un coche abierto, mientras el resto de
comandantes se escondían en las torretas blindadas de sus tanques.
El autor de este libro, el
general de brigada Desmond
Young, luchó contra Rommel en el norte de África, fue
capturado por él y, después de su liberación al final de la guerra, visitó a la
familia de Rommel y habló con muchos de sus compañeros. Por lo tanto, es
capaz de hablarnos de todas las intrigas que se fraguaron en el alto mando alemán
durante la guerra, es capaz de dar una descripción detallada de las batallas
decisivas como Tobruk y El Alamein, y es capaz de contar
anécdotas personales sobre Rommel y
separar los hechos de las leyendas que han surgido en torno a este
extraordinario general.
«(…) fue un hombre que
“se lanzaba en el huracán y dirigía en la tempestad”»[i]
Prefacio[ii]
(…) no es posible que un
jefe enemigo consiga semejante reputación si no es una personalidad fuera de lo
corriente, y desde luego, Rommel era un ser excepcional. Alemania ha producido
muchos generales que eran a la vez competentes y de rudo carácter; Rommel
destacaba entre ellos porque supo sobreponerse a la característica rigidez del
espíritu militar germánico y porque poseía (…) grandes dotes para la
improvisación.
(…) entrenamiento
verdaderamente sistemático (…) se mostró siempre como el mejor hombre en el
campo de batalla (…) su obstinación, de su mente pródiga en recursos, de su
agilidad moral (…)
(…) en su vida privada, un
hombre sencillo y amante del hogar (…) quizás ese detalle influyera grandemente
en su extraordinario éxito como conductor de hombres en la batalla.
(…) si ha existido alguna
vez un general cuya única preocupación era derrotar y destruir al enemigo, ese
hombre se llamaba Rommel. Ni mostraba contemplaciones, ni las esperaba para él
(…)
«Servid de ejemplo a
vuestros hombres,
tanto en el terreno
militar como en la vida privada.
No ahorréis sacrificios y haced comprender a
las tropas
que sois infatigables y no os amilanáis ante las
privaciones.
Mostrad siempre un tacto y una educación
extraordinarios,
y enseñad lo mismo a vuestros hombres.
Evitad la excesiva dureza o una voz demasiado
imperiosa,
signos ambos de que se tiene alguna cosa que
ocultar»[iii]
¿Qué puede aprender un
directivo de Rommel?
― ¿Qué aportaría un perfil
como Rommel a un comité de dirección?
― ¿Y al Consejo de Administración?
• ¿Lo querrías tener como
un consejero ejecutivo, dominical o independiente?
• ¿Por qué?
― ¿Qué enseñanzas se pueden
extraer del libro Rommel, el
zorro del desierto?
― ¿Es un libro
para directivos?
― ¿Qué libros debe leer
un directivo?
• ¿Por qué?
Cuando tus supuestos
enemigos escriben un libro sobre ti deberíamos pregúntanos ¿Hemos hecho algo
bien?
― ¿Qué hizo bien Rommel?
― ¿Es extrapolable al mundo
del management?
¿Fue Rommel un líder?
― Cuales eran sus
fortalezas?
― ¿Y sus debilidades[iv]?
«Un buen general no
solo sabe encontrar el camino a la victoria,
sabe además cuando
esta es imposible»[v]
Conviene, ciertamente, que
los hombres de Estado sean quienes digan la ultima palabra, por encima de los
militares, porque solo ellos poseen una visión general de la situación (…)
(…) Rommel (…) se había
identificado a tal punto con el Afrika Korps, había causado en sus adversarios
una impresión tan fuerte, y los corresponsales de guerra ingleses y
norteamericanos, así como los periódicos más pro-británicos cairotas, lo
habían elevado tanto al pináculo,
que el general alemán se había convertido rápidamente en la figura más conocida
y hasta más popular de Oriente Medio (…)
En las filas del adversario (…)
pertenecía a esta reducida falange de hombres excepcionales (…) pudo vérsele
como un perfecto animal de combate, frio, astuto, implacable, sin dar jamás
muestras de fatiga, rápido en las decisiones, increíblemente valiente (…)
El soldado profesional
alemán ha asumido siempre la guerra con esa grave seriedad que los ingleses
reservan exclusivamente al deporte y los norteamericanos a la vez al deporte y
los negocios (…)
(…) era exigente, aunque
jamás pidiera a nadie lo imposible, ni algo que él mismo no pudiera hacer (…)
se inclinaba siempre a hacer recaer sobre sus errores personales de táctica la
responsabilidad de las perdidas sufridas (…)
(…) ¿Se interesaba Rommel
por algo en particular? (…) no creía que Rommel hubiese tenido en la
vida más preocupación que la de la guerra. Cuando no se hallaba poniendo en
práctica su genio táctico aplicado a uno u otro problema bélico, se dedicaba a
forjar y combinar planes con vista a poner en dificultad al enemigo (…)
(…) era un hombre duro, duro
con todos y de modo especial con los oficiales (…) cuando estaba uno cerca de Rommel,
no tenía que echar mano de ninguna preocupación (…) exigía que todas las
ordenes fueran cumplidas con prontitud y al pie de la letra (…)
(…) sembrar la confusión en
las líneas de retaguardia del enemigo desmoraliza más a éste que las pérdidas
que puedan infringirse, por fuerte que sean (…)
(…) sus hombres sabían que tenían
un jefe que podía cometer algún error, pero que no vacilaría jamás en “empujar
hacia adelante”.
(…) Rommel utilizaba
y dirigía sus fuerzas, numéricamente escasas, con maña y habilidad nada
corrientes (…) es innegable que vale más la experiencia de una semana de
combates en el frente que seis meses de maniobras.
(…) Rommel conocía
mejor que sus oponentes el asunto en que se metía. Lo mismo le ocurría a sus
equipos de tanquistas (…) “con la superioridad de sus armas, no podían sino
derrotarnos…” (…)
(…) admitamos que Rommel
es más maestro de la táctica “por todo lo alto”, que un estratega (…)
La cualidad más
extraordinaria de Rommel era indudablemente su capacidad de reacción. Apenas
derribado estaba ya levantándose con la misma rapidez (…)
(…) como de costumbre (…) Rommel
debió la mayor parte de sus éxitos iniciales a la velocidad y la maña (…)
Como Napoleón, Rommel podía
dormir unos minutos sentado en su camión y con la cabeza apoyada en una mesa,
para despertar completamente descansado (…)
(…) insistía en que se le
sirviera la misma comida que a la tropa (…)
(…) se adentraba (…) por el
desierto, que había aprendido a conocer bien, sin perderse jamás. Y ningún
puesto estaba demasiado lejos para que Rommel desistiera de visitarlo (…)
Sus visitas a las primeras
líneas no eran meras inspecciones de rutina. Con su mirada siempre atenta a las
características del terreno y su gran maestría y dominio de las tácticas de infantería,
no dejaba que pasara por alto ni un detalle (…)
(…) la atención que prestaba
a los pequeños detalles, su fecundidad en ideas tácticas, su arte del
movimiento a través del desierto impresionaba a los soldados y a los oficiales
jóvenes. Veían en él a uno de los suyos, a un “tipo de primera línea”.
(…) destacaba sobremanera en
el combate propiamente dicho. Era por naturaleza un jefe, un conductor de
hombres (…) su mente era extraordinariamente ágil y poseía un golpe de vista excepcionalmente
rápido para captar la realidad de cualquier situación militar (…)
(…) utilizaba constantemente
sus columnas militares para levantar nubes de polvo que dieran a suponer la
presencia de divisiones blindadas (…) jamás se lanzaba (…) precipitadamente al
campo de batalla, para dar ordenes improvisadas a individuos aislados o
pequeñas unidades (…) eran siempre órdenes breves y claras (…) nunca tenía
dudas acerca de lo que quería, ni dejaba que surgieran en la mente de sus
subordinados.
(…) como Napoleón o Wellington,
Rommel asumía riesgos graves (…) ¿Acaso podía hacer otra cosa, dado
que queria dirigir el combate personalmente? Eran los riesgos del oficio. Y
él los aceptaba serenamente (…)
(…) desde el primer momento,
con su influencia personal, su ejemplo, su entereza de carácter, asumiendo
riesgos aún mayores que los de sus tropas, transformo estás en una fuerza
combatiente dura, incisiva, tenaz (…) Rommel era el Afrika Korps,
lo mismo para sus propios hombres que para sus enemigos. El daba a sus soldados
confianza en sí mismos, espíritu temerario, arrogancia incluso en lo más duro
del combate. El fue quien les enseñó a utilizar al máximo hasta las últimas
energías que pudieran quedarles y no darse nunca por vencidos (…) sentirse
miembros (…)
(…) no admitía pregunta
alguna acerca de sus órdenes y no soportaba que nadie le dijera que algo era
imposible (…)
(…) poseía un sexto sentido
cuando se sumergía en el combate (…)
(…) el tacto no era precisamente
el punto fuerte de Rommel (…)
(…) en el desierto, el orden
de prioridad que Rommel había adoptado era: 1.º el combustible y el aceite
pesado; 2.º el agua; 3.º los alimentos; 4.º los prisioneros (…)
(…) parecía dotado de un
instinto particular para descubrir los lugares donde algo fallaba (…)
(…) nadie como él sabia
elevar la moral de las tropas más fatigadas y apáticas (…) “Estaba muy bien
dotado para el manejo de hombres u sabía como hablarles” (…) hablaba siempre
libremente con hombres de todas las categorías. Les explicaba con claridad y
paciencia sus ideas y lo que de ellos esperaba exactamente (…)
(…) Rommel, los mismo
que Montgomery, comprendía que en cierto modo la propaganda explotando
su propia personalidad significaba un arma a su favor (…)
(…) es un jefe enérgico,
lleno de determinación; todo ha cambiado desde que ha tomado él el mando. Es el
mejor en operaciones por sorpresa; su fuerte es la ruptura; pero resulta
demasiado impulsivo cuando se trata de una batalla ordenada (…)
«Un hombre debe ser
juzgado en función
de los enemigos que
tiene»[vi]
Los “papeles” de Rommel
(…) poseía, a la vez que
grandes cualidades de jefe militar, una capacidad de expresión directa, clara,
llena de energía (…)
(…) la velocidad de las
operaciones y la rapidez en las decisiones del mando, son factores decisivos.
Las tropas deben actuar a toda velocidad y completamente coordinadas (…) el
adversario más rápido es el que gana la batalla (…)
(…) los deberes de un jefe
no se limitan al trabajo de Estado mayor. El jefe debe interesarse por todos
los detalles del mando y prodigar su presencia personal en primera línea (…)
El jefe debe estar
constantemente en contacto con sus tropas. Debe sentir y pesar como ellas (…)
«Cada soldado debe
saber,
antes de entrar en acción,
como la pequeña batalla que él peleará
encaja en el panorama completo
y cómo el éxito de su esfuerzo
influirá el resultado de la batalla como un
todo»[vii]
Link de interés
• El
arte de mandar bien: Querer, poder, saber
• Ser
ejemplo: Pequeños grandes líderes
• La
inteligencia como herramienta anticipativa Prospectiva: Del campo de batalla a
la empresa
• Inteligencia
competitiva: ¿Espías?, ¿Oráculos?, ¿Estrategas?
«cerebros ágiles y
manos diligentes»[viii]
ABRAZOTES
[i]
[iii] Rommel
[iv] Puntos de mejora
[v] Rommel
[vi]
[vii] Montgomery
[viii]
1 comentario:
Rommel, el estratega: cómo un general nazi se convirtió en icono de Hollywood https://www.abc.es/xlsemanal/historia/erwin-rommel-general-nazi-tercer-reich-estratega-militar-hitler.html
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