viernes, 21 de julio de 2023

Polanco: El humanismo de los jesuitas (Burgos 1517 ─ Roma 1576)

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Sinopsis

¿Secretario de san Ignacio? ¿Gobernante en la sombra? ¿Teólogo y divulgador en los inicios de la espiritualidad ignaciana? ¿Quién fue? Formado en el seno de una familia de pudientes comerciantes burgaleses y tras una seria formación en París, Juan Alfonso de Polanco decide ingresar en la Compañía de Jesús tras hacer los Ejercicios Espirituales en Roma (1541) con el Jesuita Diego Laínez; dejaba atrás un futuro prometedor como «scriptor apostolicus» en el Vaticano.

Sus cualidades y dones naturales ofrecían un perfil muy adecuado para ser el perfecto secretario. Fue el hombre de confianza, «memoria y manos», de los tres primeros Generales de la Compañía de Jesús: Ignacio de Loyola, Diego Laínez y Francisco de Borja.

Pero Polanco fue más que un Secretario. Uno de los silenciosos arquitectos de la nueva Orden que en 1540 había recibido la aprobación del Papa Paulo III, fue Asistente general y Vicario[i] de la Orden; teólogo en Trento y profundo conocedor de los Ejercicios Espirituales. Hombre de consejo, profesor y riguroso historiador de los primeros años de la Compañía de Jesús.

 

«Prudencia para escribir,

conveniente modo de expresarlo

y diligencia para enviarlas»

 

Prólogo[ii]

Polanco es un héroe callado, de los que mueven los hilos de la historia sin ser vistos, de los que deciden cosas de importancia desde un segundo plano (…) hombres discretos y leales. Sin ellos no hubiera sido tan brillante y gloriosa la historia de numerosas personas e instituciones (…)

 

(…) secretario de san Ignacio, “su memoria y manos”. De las 7.000 cartas de Ignacio, todas (excepto las 175 primeras) se escribieron bajo la secretaría de Polanco, unas por comisión, otras por colaboración estrecha (…) en la redacción de las Constituciones, cartas doctrinales y documentos de gobierno la colaboración del Secretario con el fundador fue siempre valiosa y a veces imprescindible y así continuó bajo los generalatos de Laínez y Borja (…)

 

(…) los que lo trataron, empezando por san Ignacio, alabaron su prudencia, humildad, fidelidad y honradez, su trabajo incansable, su cortesía y su virtud (…)

 

«[si algo hay de bueno en el libro,

 antes pensaré que será de otro y no mío]

y [si hubiese faltas sabrán a quién dar la culpa]»[iii]

 

Introducción[iv]

(…) había que escoger, e Ignacio procuraba poner a cada uno en el mejor sitio de los posibles. Y su lugar fue el gobierno, y parece que gobernaba con acierto, pues además de Secretario, su faceta, sin duda, más conocida, sus compañeros le eligieron tambien Vicario, Visitador y Asistente.

 

(…) amigo de la palabra; con ella tuvo que aprender a convivir, aprender a cuidarla, a manejarla con prudencia y atención, con cariño, eficacia y equilibrio ¡qué difícil! Aprender a decir lo justo de la mejor manera de las posibles. No quedarse corto en comunicar lo que la otra parte necesita, pero, sobre todo, no pasarse. Palabras. ¿Sólo palabras? Palabras que hay que escoger, pensar y ponderar, que organizar y ordenar, medir y saber pronunciar o escribir. Detrás de las palabras, siempre hay alguien que las elige y sitúa en su sitio para que la palabra tenga su efecto. Palabra que anima, que exhorta, que legisla y manda, que corrige o consuela, confirma o alienta, clarifica y aconseja. Palabra que obra, palabra que construye, palabra de arquitecto (…)

 

(…) dos años tardaba en llegar una carta a la India (…) el éxito de la expansión de la Compañía de Jesús (...) eficacia, regularidad y seriedad de la comunicación en el interior de la Compañía (…)

 

(…) en su sitio. Cuando había que aconsejar aconsejaba; cuando tocaba corregir, corregía; si tocaba mandar, mandaba y si había que reñir reñía (…)

En su sitio. El Secretario era solo el Secretario. Su función tenía unos límites y su autoridad era siempre derivada o recibida (…)

 

«Observa,

reflexiona y escribe»

 

Al igual que nos pasa con el liderazgo, creemos que el buen gobierno se invento en el siglo XX, por eso es recomendable que las personas de vértice leamos historia ―biografías―, entre otras materias y nos daremos cuenta que todo (casi) está inventado.

 

Detrás de los grandes gobernantes siempre hay un segundo de a bordoeste puede ser puede un Secretario como es el caso que nos ocupa hoy con Polanco, mentor como sería el caso de Aristóteles con Alejandro Magno, o  secretario de cámara y del Consejo de Estado de Felipe II  que fue el caso de Antonio Pérez.

 

Juan Alfonso de Polanco fue el Jesuita que permaneció más tiempo en puestos de gobierno de la orden en su etapa más interesante, en sus comienzos. Secretario, Asistente, historiador, escritor, legislador, vicario, admonitor del General, teólogo de prestigio, profesor, administrador, ¿Cuánto daríamos por tener un perfil con esas competencias, habilidadesen nuestra compañía?

 

«La vocación de todo jesuita es

“para discurrir”»

 

(…) pertenece a ese gran ejército de héroes callados que ‘trabajan, mueren y no dejan rastro’, excepto una gran cantidad de cartas de negocios y memorándums domésticos (…)

 

«Obediente

como bastón de hombre viejo»

 

Memoria y manos

Secretario de Ignacio de Loyola

(…) la función de los secretarios fue ganando en importancia como hombres fuertes de la estructura de gobierno debido a la información que manejaban y a las decisiones en las que tomaban parte (…)

 

(…) Una vez que la Compañía fija en Roma su sede central, comienza a experimentar un incesante y en ocasiones vertiginoso crecimiento que demanda un eficaz equipo administrativo capaz de responder con prontitud y diligencia a la cantidad de papeles que cada semana se iban amontonando en la casa central de los Jesuitas.

 

¿Qué vio Ignacio en la figura de Juan Alfonso de Polanco? (…) capacidad para el puesto (…) “inteligencia clara, precisa, apta tanto para el análisis cuanto para la síntesis, y hábil para captar inmediatamente las implicaciones de una situación o de una doctrina, prodigiosamente organizadora y bien estructurada […] con sólida formación filosófica y teológica (…) pensamiento (…) organizador, sólidamente estructurado (…) fuerte sistematización de las facultades (…) notable claridad, precisión, método, capaz de largas atenciones y profundas reflexiones, y capta rápidamente las conexiones de un caso, de una situación, de un texto, apto tanto para el análisis como para la síntesis (…)

 

(…) otra de las labores del Secretario: saber argumentar para convencer y obtener así de la orden o el mandato una respuesta en obediencia mucho más integrada y asertiva (…)

 

(…) la vital importancia de una Secretaria General[v] bien organizada en una institución que se desarrolla de manera imparable y requería ya formas y criterios profesionales. El cargo no solamente demandaba orden, método, capacidad de trabajo, eficacia, habilidades políticas y disciplina, también unas virtudes personales tales como entrega, confianza, fidelidad, discreción obediencia, abnegación (…)

 

En cuanto a las cartas que se envían desde Roma (…) atiende a tres puntos: prudencia para escribir, conveniente modo de expresarlo y diligencia para enviarlas (…)

 

«Como buen soldado de Cristo deseaba morir

con las armas en la mano»

 

(…) siguiendo las decisiones de la Congregación de organizar el gobierno de la compañía en “asistencias”, Polanco fue nombrado Asistente de España[vi] (…) en la primera votación resultó elegido admonitor[vii] (…)

 

«Si algo no puede faltar en un secretario

(…) es confianza y discreción»

 

(…) perfilando un “retrato del candidato a General” (…) humildad verdadera (…) que sepa mezclar de tal manera rectitud y severidad necesaria con la benignidad y mansedumbre… magnanimidad y fortaleza de ánimo… grande entendimiento y juicio… prudencia y discreción…, vigilante y cuidadoso” (…)

 

(…) desde cualquier rincón del planeta donde un jesuita pisaba por vez primera encontramos una carta, una instrucción, una patente, una recomendación… orientación, animo, corrección y aliento, reproche o mandato (…)

 

«A los eruditos, pocas cosas;

a los ignorantes, muchas»

 

(…) fue un hombre de palabra y de palabras (…) su principal misión consistió en gran medida en generar, favorecer, facilitar y mantener la comunicación (…)

 

(…) escribiendo organizaba, ordenaba, sugería, alentaba, animaba, corregía, exhortaba. Contribuyo enormemente a generar en la Compañía una cultura manuscrita e impresa, de letrados, de pobres pero instruidos (…)

 

(…) “Reglas que deben observar acerca del escribir los de la Compañía que están esparcidos fuera de Roma” (…) organizar la correspondencia: “quanto a las que reciben”, “de las cartas que se envían”, “del modo que se ha de guardar en escribir”, y “de la diligencia en escribir y enviar”: constancia, orden, prudencia, discreción, responsabilidad configuran desde el comienzo el sistema impulsado por Polanco.

 

(…) “[el Secretario] es persona que le sea [al General] memoria y manos para todo lo que sea de escribir y tratar”[viii].

(…) adaptar el mensaje a la diversidad de registros que los diferentes destinatarios ofrecían (…) movido siempre por la prudencia como virtud propia que la pluma exige (…)

 

«Medite previamente lo que ha de decir,

el orden y el modo»

 

(…) el confesor tenía que ser padre, juez y médico y, para desarrollar con competencia y con provecho para “las ánimas” estas tres facetas, el Jesuita necesitaba estar bien formado[ix].

 

«”Si algo hay de bueno en el libro,

 antes pensaré que será de otro y no mío”

y “si hubiese faltas sabrán a quién dar la culpa”»

 

(…) en los textos se refleja el estilo y pensamiento de Polanco. Claro, directo, conciso, sin concesiones a la retórica (…)

 

(…) una labor perseverante, abnegada, fiel, sistemática y precisa tanto en lo que se refiere al seguimiento de las gestión de tantos asuntos como llegaban a la Secretaria de Roma (…)

 

«Humildad verdadera para saber estar

sin pretender destacar»

 

(…) fue hombre de reconocida prudencia, acostumbrado a “disimular cosas graves, que cada día es menester oír con paciencia de los que hablan lo que se les antoja”; siempre más pronto a asumir la culpa que a proyectarla (…) al secretario se le recomendaba soledad y quietud en una cámara apartada […] a la profesión de secretario conviene usar gravedad, honestidad y modestia en toda acción (…)

 

(…) se sirvió de la correspondencia para aconsejar y orientar no pocos casos de conciencia (…)

A Roma llegaba un sinfín de preguntas y casos en ocasiones nada fáciles que Polanco se ocupaba de estudiar, consultar y responder (…)

 

(…) le toco desde los comienzos fraguarse en la humildad. “el Secretario era hijo de la obediencia y amigo de la servidumbre: ‘obedezca pues el Secretario, que esta es su parte, como la de su señor es el mandar’” (…)

 

«Silenciosa pero infatigable,

 “parecía que sostenía bajos sus espaldas toda la Compañía»

 

Polanco

El humanismo de los jesuitas (Burgos 1517 ─ Roma 1576)

José García de Castro Valdés, S.J.

Mensajero — Sal Terrae

 

Link de interés

Nada más que la verdad

Mis años con Juan Pablo II

El Secretario del Consejo de Administración

Los primeros jesuitas

● Sabino Fernández Campo; La sobra del Rey

● Ignacio de Loyola; Un líder para hoy

● El liderazgo de los jesuitas; Autoconciencia, ingenio, amor, heroísmo

● El liderazgo al estilo de los jesuitas; Las mejores prácticas de una compañía de 450 años que cambió el mundo

● El peregrino; Autobiografía de San Ignacio de Loyola

● Jesuitas, liderar talento libre

● El liderazgo ignaciano; Una senda de transformación y sostenibilidad

● Diccionario de Liderazgo Ignaciano

● Constituciones de la Compañía de Jesús; Introducción y notas para su lectura

● Íñigode Loyola, líder y maestro

 

«Nunca buscaré ni pretenderé cargo alguno de gobierno

 o dignidad fuera de la Compañía (…)»

 

ABRAZOTES


[i] Vicario General: Es la figura jurídica propuesta por las Constituciones para ejercer el cargo de P. General cuando éste no pueda hacerlo por incapacidad, cuando fallezca o renuncie, o para que le sustituya o ayude en circunstancias extraordinarias (…)

[iii] Epp VI, 167 y 206: Polanco y Diego Mirón (Roma, 17 de enero de 1554).

[v] Oficio de mucha confianza, cerca de los reyes y sus consejos, en todos los tribunales y entre los señores particulares.

[vi] Asistentes “porque asisten al General y le sirven de consejo y de ayuda en todos los negocios graves que se ofrecen (…)”

[vii] “El que amonesta y advierte, avisando lo que se debe hacer y previniendo lo que se debe evitar (…)”. “Es el encargado de avisar al General de lo que parece debería procurar o enmendar en su gobierno y persona (…)“.

[viii] Co 800

[ix] Sabiduría, humildad y prudencia.

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