Estimad@s amig@s
Sinopsis
La idea de Economía Colaborativa se nos ha contado
como una forma alternativa a la economía
convencional que no solo resulta más sostenible
sino que además permite al individuo convertirse en un microemprendedor con
mayor control de su vida. Pero esta nueva ola de empresas está en realidad
financiada y dirigida por capitalistas de la más vieja escuela.
Tom Slee
muestra cómo la Economía Colaborativa
extiende las más duras prácticas del libre
mercado a áreas de nuestras vidas previamente protegidas, y ofrece la
oportunidad a unas pocas personas de enriquecerse perjudicando a su comunidad
y empujando a individuos vulnerables
a asumir riesgos insostenibles.
Basado en una brillante
investigación original, repleta de datos y de ejemplos de los más concluyentes,
lo tuyo es mío demuestra que tras un
lenguaje amigable basado en las ideas
de confianza y compartir, se oculta una realidad
muy oscura.
«Entre los de buena
posición
se considera de mal
gusto hablar de comida.
El caso es que
ya han comido»
Bertolt Brecht
Cartón de guerra
alemán
«Lo tuyo es mío
y lo mío, de mi
propiedad»
Dicho tradicional de
Yorkshire
Lo tuyo es mío,
es el segundo libro sobre sharing economy que leo en poco
tiempo. El primero fue La empresa colaborativa; la nueva revolución económica,
éste era una defensa sobre lo que nos aporta tanto a empresas como a
particulares la Economía Colaborativa. Por contra, el que nos ocupa hoy lo tuyo es mío, es un alegato
totalmente en contra y pone foco en muchas de las malas prácticas que hay
detrás de este auge del «colaboracionismo»
mal entendido.
Me gustaría plantear en
modo preguntas algunas reflexiones que saco después de las dos lecturas ¿Somos conscientes del impacto económico
que tiene la Economía Colaborativa? ¿Estamos valorando cuanto empobrece a
nuestras empresas el auge de la misma? ¿Cuánto empleo de «calidad» destruye?
La excusa es que lo sustituyen por «trabajadores
independientes» o por decirlo más finamente «proveedores de trayectos compartidos».
El auge de la Economía
Colaborativa parece imparable, aunque no me guste, si tiene que ser así, lo
aceptaré. Pero tampoco quiero que me vendan como sharing economy lo que no lo es. Se abusa del término para englobar
a muchas empresas que no tienen nada de Colaborativas, por el mero hecho de
pagar las «cuotas anuales» de una asociación que defiende sus intereses.
Otro punto a resaltar, si
de verdad queremos que sean «colaborativas»,
mientras más lejos estén los grandes
inversores y menos caigan en unas valoraciones
desorbitadas mejor les irá, si quieren seguir siendo fieles a su filosofía
fundacional. Solo tenemos que tirar de hemeroteca y buscar cuales son las
valoraciones de empresas líderes como BlaBlaCar, Uber o AirBnB,
¿quiénes son sus principales inversores?
Hay algo que no me cuadra en la ecuación, que éstos que están detrás son «especuladores» (grandes fondos de
inversión y directivos de grandes compañías) y no «colaboracionistas».
En unos pocos años la
Economía Colaborativa ha pasado de la generosidad de lo mío es tuyo al egoísmo de lo tuyo es mío, a medida que los
valores no comerciales que invocaba la expresión «Economía Colaborativa» han ido quedando atrás o reduciéndose a
ejercicios de relaciones públicas.
Los cambios provocados por
el rápido crecimiento y la concentración de los gigantes de la
Economía Colaborativa han propiciado que incluso organizaciones que la apoyan
tengan dudas sobre su futuro.
«Estamos pasando de un
mercado masificado a una nación de nichos, definida no por la geografía sino
por los intereses»
Chris Anderson
(…) la página web de Airbnb
giran en torno a historias de contacto personal: anfitriones acogedores,
comidas compartidas, amistades trabadas,. Cualquiera diría que solo alguien
sumamente cínico y amargado puede encontrar inconvenientes al éxito de Airbnb.
(…) tres de cada cuatro dólares
que gana Airbnb proceden de alquileres de casas completas, y solo el 1
por ciento de las ofertas de habitaciones compartidas (…)
(…) la mayor parte del dinero de Airbnb
procede de transacciones en las que el anfitrión y el huésped seguramente no se
ven más que para recoger las llaves (…)
(…) Zipcar
se sirve de un estilo de gestión autoritario para gestionar el cumplimento de
las normas de la dinámica de compartir coche a fin de asegurarse de que los
vehículos no se devuelvan con retraso (…)
(…) de vez en cuando había
pasajeros que no hacían la donación sugerida, lo que provocaba malestar y
rencores (…) lyft
descartó el sistema de donación
voluntaria y lo sustituyo por un
sistema de tarifas.
(…) el modelo de trayectos compartidos es un «mercado de dos caras» en el que Uber
gestiona tanto el suministro de pasajeros como de conductores. Cuantos más
pasajeros en la plataforma, mejor para los conductores; cuantos más conductores
disponibles, mejor para los pasajeros. Lograr poner en marcha esa espiral es
uno de los retos de cualquier aspirante que intenta entrar en el mercado (…)
«La gente del mismo
oficio rara vez se reúne, aunque solo sea por diversión, pues la charla deriva
en una conspiración contra el público o en alguna estratagema para subir los
precios»
Adam Smith
Link de interes
«La metrópoli [es] una
fábrica para la producción en común»
Hardt y Negri
Recibid un cordial saludo
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